Cuando llega el invierno es
preciso ajustar la dieta de nuevo; como le clima es más frío, necesitará unadieta que produzca más calor. Los días son más breves y tiende a realizar
menos actividad física, consumiendo así
menos calorías que durante el período más activo del verano. Si no
quiere ganar demasiado peso, no incremente mucho la ingestión de alimentos. Una
dieta compuesta principalmente de carbohidratos complejos y proteínas producirá
el calor que necesita y quizá le haga ganar unos kilos, pero incluso con una
actividad moderada debe mantenerse en buena forma hasta que llegue la primavera
y pueda volver a desintoxicarse y aligerarse.
Hay menos frutas, y a no ser que
viva en un clima tropical sólo constituirán una pequeña parte de la dieta de
invierno: puede comer vegetales diariamente, algunos en ensalada y otros
cocidos, al vapor o al horno. Los
alimentos fritos o salteados van mejor con la dieta de invierno que con la de
las otras estaciones, aunque el hígado tiene dificultades para enfrentarse a
una cantidad excesiva de aceite calentado. También es conveniente tomar de
cuando en cuando un guiso de legumbres. Las sopas de verduras, especialmente en
un día frío o húmedo, son nutritivas, caloríficas y fáciles de digerir. Como las
plantas de la naturaleza se encuentran en sus partes más profundas, son
especialmente adecuadas para la dieta de invierno las hortalizas raíces, como
zanahorias, nabos, boniatos, yuca, cebollas y patatas; también el ajo y la raíz de jengibre proporcionarán sabor a la vida, y el pimentón dará calor a sus
comidas y a los dedos de sus pies.
Los cereales cocidos son una base
excelente de la dieta invernal: Estos carbohidratos complejos son un buen
combustible para el cuerpo y resultan buenos para los intestinos y la
eliminación: El mijo y el alforfón (ó trigo sarraceno) son buenos calentadores
del cuerpo, y con menos fécula que los otros cereales, como el arroz moreno,
trigo, cebada o avena.
Tendrá una ingestión proteínica completa si toma los
cereales cocidos o comidos con leguminosas, como judías rojas azuki, judías
mung (soja verde), judías negras o lentejas. Se dice que las aduki son buenas
para los riñones, mientras que las negras apoyan la función sexual. Es
conveniente aderezarlas con un poco de aceite, tamari shoyu, pimentón y
levadura nutritiva, o yogur, curry y perejil. Esta combinación proporcionan
proteínas vegetales completas (contienen todos los aminoácidos esenciales que
su cuerpo no produce) y son un plato sabroso,
calórico y nutritivo.
Los frutos secos son buenos en
invierno tomados solos o en ensaladas.
También se puede beber “leche” de frutos secos. Puede comer con algo más de
libertad que en otras estaciones los productos derivados de la leche de vaca o
cabra. El queso “feta”, de leche de oveja, es uno de los que su cuerpo puede
manejar con más facilidad: se descompone, en lugar de adherirse, y su sabor
ligeramente salado resulta adecuado en la dieta de invierno.
A los carnívoros les recomiendo
sobre todo el pescado, especialmente el de bajura de zonas no polucionadas.
Puede sentarle bien algo de pollo o carne roja si está seguro de que los
animales no han sido alimentados con hormonas y elementos químicos para hinchar
sus músculos. Ocasionalmente, la carne roja estimula y aviva la sangre, el corazón
y la tez, y es un aliento reconstituyente, pero su exceso sobreestimula y pone
en peligro al corazón, los vasos sanguíneos y los riñones. Cuando su dieta vaya
conteniendo menos carne será más consciente del efecto que ésta ejerce sobre
usted.
El clima invernal difiere de un
lugar a otro, con distintos grados de frío, humedad y sol; también es diferente
el nivel de actividad de cada individuo. El clima y su actividad pueden cambiar
de un día a otro, pero su cuerpo le dirá cuál es su consumo. Debe aprender a
escucharlo.
Alimentos del océano
Como el invierno está relacionado
con e l elemento agua, tratemos de buscar alimentos saludables en las
profundidades del mar azul. Acabo de mencionar los peces del océano (agua
salada), bajos en grasa y con altas cantidades de proteínas, minerales y
vitaminas, como buena fuente alimenticia. Otra gran fuente nutritiva son las
algas marinas, muy comunes en la dieta japonesa.
Las algas, como el kelp, wakame,
dulse, nori, arame e hijiki son vegetales de rico contenido en proteínas, altas
en las vitaminas A y E, y particularmente ricas en calcio, fósforo, potasio,
hierro, yodo y otros minerales traza (oligoelementos). Estimulan y refuerzan la
piel, cabellos y uñas, nutren el sistema endocrino, especialmente las glándulas
tiroideas y suprarrenales. Pueden comerse crudas después de lavarlas para
quitarles la sal, pero de este modo hay que masticarlas mucho. Es más frecuente
tomarlas en sopas, tostadas con arroz o vegetales, o envolviendo arroz con
platos de verdura o pescado, como el sushi.
Los minerales y enzimas
contenidos en las algas ayudan al organismo a eliminar los efectos de los
alimentos animales y adaptarse a los alimentos vegetales. Además, las algas
ayudan a adaptarse a los alimentos vegetales. Además las algas ayudan al cuerpo
a descargarse de los desechos radiactivos tomados de la atmósfera (¡alimento
ambiental también!). Se ha demostrado experimentalmente que el ácido algínico,
un importante elemento de las algas marrones, como la wakame, kombu, kelp y la
hijiki, actúa sobre los metales pesados de los intestinos, convirtiéndolos en
sales solubles que son sacadas del cuerpo.
Soja, tofu y miso
La soja es otro alimento cuyo uso
está extendiéndose rápidamente: es barato y alto en proteínas (35-40%), lo que
es importante para los vegetarianos, pues es una de las pocas fuentes de
proteínas completas y un buen sustituto de alimentos animales. Sin embargo, es
mejor obtener las proteínas de diversas fuentes. La soja se puede comer brotes,
cocida como una judía entera, o utilizar para hacer la leche de soja, tofu y
miso. No sólo es rica en proteínas, sino también muchos minerales, como calcio,
fósforo y potasio, y tiene cantidades moderadas de hierro, vitamina B y otros oligoelementos.
El tofu es una cuajada de soja;
es un alimento proteínico sabroso y nutritivo, con una cualidad parecida a la
del queso, pero mucho más ligero que éste. Va bien con la mayor parte de los
platos de verduras y con los cereales, especialmente con el arroz moreno. Puede
utilizarse de muchas maneras: al vapor, horneado o ligeramente frito en aceite
o agua. Se puede hacer un plato sabroso cociendo juntos cebollas, zanahorias,
apio, tofu y anacardos o almendras cortados en rodajas. El tofu va muy bien
añadido a las ensaladas (previamente cocinado), y mezclado con aceite, limón,
aguacate, un poco de miso y sazonamiento constituye un gran aderezo de
ensaladas. La ensalada de tofu y aguacate es refrescante, satisfactoria y tiene
un gran contenido en proteínas. Machacar
225 g de tofu con uno o dos aguacates, añadir un poco de una mezcla de
frutos secos y semillas de girasol molidas, un poco de aceite de oliva,
cebolleta y tomate cortados en cuadraditos, limón, y para sazonar tamari,
pimentón, levadura y albahaca. Se puede comer tal cual, en un sándwich de pan
integral con brotes de alfalfa, o mojando en él palitos, galletitas o tallos de
apio o zanahorias.
El miso es otro producto
importante de la soja, y se reconoce también con el nombre de pasta de soja. La
soja fermenta o envejece sola o con cereales, como arroz moreno o cebada, dando
así distintos tipos de miso. Es una parte importante de la dieta japonesa como
base para sopa, y su uso está creciendo rápidamente por América y Europa. Es
rico en proteínas y vitaminas y contiene un 10% de sal.
El miso es un alimento
alcalinizante y su fermentación ayuda a la digestión y metabolismo del cuerpo.
Se dice en Japón que mejora la resistencia del cuerpo a la enfermedad; quienes
desean reforzar sus sistemas pueden utilizarlo diariamente en forma de caldo,
pues se dice que es un buen tónico. No hervirlo, pues se vuelve muy amargo y se
destruyen las enzimas y las bacterias vivas. En la medicina oriental se ha
utilizado en el tratamiento de la artritis, colitis, diabetes e hipoglucemia; para
los problemas del tabaco, y como ayuda en las madres lactantes. Es una buena
bebida para los que sienten síntomas por la tarde después del trabajo como
dolores de cabeza, vértigo, irritabilidad o bajada general de energía.
La dieta de alimentos de invierno
con caldos de miso es una buena sopa para tener en el fuego en un día lluvioso
y frío. Debe llevar zanahorias, cebolla , ajo y puerro; se puede añadir trozos
de mochi que se hace con trozos de
arroz glutinoso dulce y artemisa. Espesa la sopa y añade un sabor agradable.
Dada la preocupación
contemporánea por los rayos X y otras formas de radiación ambiental, debe saber
que se dice que tanto el miso como las algas actúan sobre el cuerpo librándolo
de radiaciones, metales pesados como el plomo y el estroncio, y otras
substancias tóxicas. En Hiroshima, después del bombardeo, en un hospital que se
sirvió miso todos los días a sus pacientes se observó una menor incidencia de
muertes y enfermedades de radiación que la población general o en otros
hospitales.
Fragmento extraído del libro “la Salud y las estaciones “ del Dr. Elson M. Haas publicado por la editorial Edaf
Fragmento extraído del libro “la Salud y las estaciones “ del Dr. Elson M. Haas publicado por la editorial Edaf
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