Buscar este blog

jueves, 31 de marzo de 2016

Déficit vitamínico


El déficit vitamínico es una falta o deficiencia en la cantidad de vitaminas que el organismo requiere normalmente.

La cantidad de vitaminas que necesita el organismo es muy baja, las cantidades de las vitaminas se miden µg o mg al día, lo cual nos puede resultar irrisorio a simple vista. Pero que esta cantidad tan pequeña no nos confunda.

¿Cual es el aporte correcto de vitaminas?
Un correcto aporte vitamínico puede variar en función de la edad, el sexo y las características especiales de las personas. Por ejemplo, en el caso de los deportistas, los aportes vitamínicos deberán ser mayores. Cada vitamina tiene unas funciones muy concretas para nuestro cuerpo y deben contenerse en su medida correcta dentro de nuestra alimentación.

Por la gran importancia que tienen estos micronutrientes, es importante asegurar los niveles necesarios de vitaminas, con una variada y equilibrada alimentación.


¿A qué se debe el déficit vitamínico?
El déficit vitamínico puede deberse a falta de ingesta, mala absorción intestinal, mala utilización metabólica o aumento de demandas. Solo unas pocas, liposolubles, pueden provocar patología por exceso (hipervitaminosis).

  • La falta de ingesta se origina por carencia de recursos (hambrunas del Tercer Mundo, poca ingesta proteica por pobreza), dietas inadecuadas (adelgazamiento incontrolado, vegetarianismo mal planteado, caprichos y errores alimentarios psicológicos o psiquiátricos, (anorexia nerviosa) o falta de alimentos frescos (escorbuto de los navegantes).
  • La mala absorción puede ser localizada (como ocurre en los casos en los que hay un déficit selectivo en el íleon terminal) o generalizada (como en la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn, el alcoholismo, la mala absorción de los ancianos, la gastritis crónica y las neoplasias intestinales).
  • La mala utilización metabólica suele deberse a efectos secundarios de fármacos (habitualmente los antineoplásicos antifólicos).
  • El aumento de demanda es típico durante la gestación y la lactancia. También en deportistas las necesidades vitamínicas se ven aumentadas.


A continuación puedes ver una lista de vitaminas y las enfermedades carenciales que puede producir su consumo insuficiente:

Carencia de vitamina A
La carencia de vitamina A puede producir problemas de acné y de la visión, más concretamente, afecta a la visión nocturna.
Padecer un estado prolongado de deficiencia de vitamina A puede generar varios trastornos oculares como la xeroftalmia.
Los alimentos ricos en vitamina A son: hígado, zanahorias, brócoli, col rizada, mantequilla, espinacas, calabaza, lechuga verde, melón, huevos, melocotones, papaya, mango, guisantes.

Carencia de vitamina C
La carencia de vitamina C ocasiona el escorbuto de ahí su nombre Ácido ascórbico. La vitamina C también es un factor potenciador para el sistema inmune aunque algunos estudios ponen en duda la capacidad potenciadora del sistema inmune por la vitamina C.

Para evitar la carencia de esta vitamina recurriremos a sus fuentes. La vitamina C la encontramos en alimentos de origen vegetal. Está contenida de forma natural en la gran mayoría de frutas y verduras.
Los alimentos con mayor contenido de vitamina C son los cítricos, los pimientos, las coles, espinacas, la coliflor, las patatas.
También es una de las vitaminas que se puede encontrar en mayor medida en frutas como los mangos, el plátano, la piña, la manzana y el melón.

Carencia de vitamina D
La carencia de vitamina D puede causar Osteomalacia, una enfermedad similar al raquitismo y Osteoporosis, enfermedad caracterizada por la fragilidad ósea.
La falta de vitamina D puede estar relacionada con la aparición de enfermedades de carácter crónico como el cáncer de ovario, cáncer de pecho, cáncer de colon y cáncer de próstata.

El déficit de vitamina D puede provocar también debilidad, dolor crónico, fatiga crónica, enfermedades autoinmunes como la diabetes tipo 1 y la esclerosis múltiple, elevación de la presión arterial, enfermedades mentales, depresión, desórdenes afectivos estacionales, enfermedades del corazón, psoriasis, artritis reumatoide, tuberculosis y enfermedades inflamatorias del intestino.

Los alimentos fortificados (la leche, yogurt, margarina, derivados grasos, cereal de desayuno y pan) representan la mayor fuente de vitamina D puesto que existen muy pocos alimentos que contengan vitamina D de forma natural en cantidades significativas.

La síntesis de vitamina D se realiza de forma natural en el organismo mediante la exposición a la luz solar.

Carencia de vitamina E
La carencia de vitamina E es muy rara y se manifiesta en los siguientes tres casos:
  1. Personas con una enfermedad metabólica como la enfermedad celiaca o fibrosis cística, dificultades para absorber grasa o secretar bilis.
  2. Bebés cuyo nacimiento es prematuro y tienen un bajo peso al nacer (menos de 1 kilo y medio).
  3. Personas que tienen alguna anormalidad genética relacionada con proteínas transportadoras del alfa tocoferol.
Los alimentos vegetales con vitamina E son vegetales de hoja verde, semillas, entre ellos el brócoli, la soja, las espinacas, el germen de trigo y la levadura de cerveza.

Algunos alimentos de origen animal contienen vitamina E como la yema de huevo.

Carencia de vitamina K
La carencia de vitamina K puede conllevar un riesgo de hemorragia interna masiva y descontrolada, calcificación del cartílago y severa  malformación del desarrollo óseo o deposición de sales de calcio insoluble en las paredes de los vasos arteriales.

Alimentos de origen vegetal ricos en vitamina K son verduras de hoja verde oscura (lechuga, espinaca, col rizada, brócoli, col de Bruselas), germen de trigo, aguacate, cereales, alimentos orgánicos, algunas frutas como el kiwi, cambur o bananas, productos de soja y algunos aceites vegetales (soja, algodón y oliva).

Alimentos de origen vegetal ricos en vitamina K son carnes, leche de vaca y huevos.

Dos cucharadas de perejil contienen un 153% de la cantidad recomendada de vitamina K.


Vitamina B, ¡que no te falte!
B1
La carencia de vitamina B1 o carencia de Tiamina en el ser humano provoca una enfermedad llamada beriberi. Otras deficiencias de menor importancia ocasionadas por un estado deficitario de Tiamina pueden ser problemas conductuales del sistema nervioso, depresión, irritabilidad, falta de memoria y capacidad de concentración, palpitaciones a nivel cardiovascular, falta de destreza mental e hipertrofia del corazón.

Para evitar la carencia de Tiamina debemos introducir en la dieta: levadura, legumbres, cereales integrales, carne de vacuno, maíz, frutos secos. Otros alimentos ricos en vitamina B1 son huevos, patatas, avena, arroz completo, arroz enriquecido, trigo, semillas de ajonjolí, nueces, leguminosas (frijoles, garbanzos), cacahuetes, patatas.

B2
La carencia de vitamina B2 o carencia de Rivoflavina puede ocasionar trastornos en el hígado, anemia, resequedad, conjuntivitis, dermatitis de la piel y mucosas, además de úlceras en la boca. Podemos encontrar Rivoflavina en carnes y lácteos, levaduras, cereales y vegetales verdes.

B3
La pelagra es la enfermedad producida por la carencia de vitamina B3 o carencia de Niacina.

Fuentes animales de vitamina B3 o Niacina son: pollo, carnes magras, hígado, corazón y riñón, pescado, atún, salmón, huevos y leche.

Fuentes vegetales de vitamina B3 o Niacina son: tomates, brócoli, patatas dulces, zanahorias, espárragos, hongos y vegetales de hojas.

B5
La carencia de vitamina B5 o carencia de Ácido Pantoténico es muy rara y no ha sido estudiada en profundidad. El déficit de vitamina B5 puede producir fatiga, náuseas, alergias y dolor abdominal. En raras condiciones se ha visto encefalopatía hepática e insuficiencia adrenal.

Que sea una carencia rara es debido a que la gran mayoría de los alimentos son buena fuente de vitamina B5. Así todo hay que destacar los granos (como los granos de cereal) y huevos.

Además, según estudios recientes, al contrario que otras vitaminas, las bacterias intestinales en humanos pueden generar Ácido Pantoténico de forma natural.

B6
La carencia de vitamina B6 o carencia de Piridoxina produce inflamaciones en la piel como resequedad, pelagra, eccemas, además de diarrea, anemia y hasta demencia.

El germen del trigo, carne y verduras, alimentos ricos en azúcares refinados, aditivos y colorantes, son alimentos ricos en esta vitamina.

B7
Los síntomas de la carencia de vitamina B7 o carencia de Biotina provocan el deterioro de las funciones metabólicas descritas, eczema, dermatitis seca y descamativa, palidez, náuseas, vómitos, gran fatiga, anorexia y depresión.

Las fuentes de vitamina B7 o Biotina de origen animal están principalmente en los riñones, hígado, pollo, pescado, yema de huevo.

Las fuentes de vitamina B7 o Biotina de origen vegetal son hongos, algunos vegetales como la coliflor y la patata, frutas como el plátano, la uva, la sandía y las fresas, cacahuete, levadura, leche, almendras, nueces, guisantes secos y en la jalea real

B9
La carencia de vitamina B9 o carencia de ácido fólico provoca cansancio, insomnio e inapetencia y puede producir malformaciones en el feto a mujeres embarazadas.

Los alimentos más ricos en ácido fólico son las legumbres (garbanzos, lentejas, etc...) y también vegetales de hoja verde como la espinaca, escarola, guisantes, alubias secas, las almendras y la levadura de cerveza, cereales fortificados, frutos secos y semillas de girasol.

B12
La carencia de B12 o carencia de Cianocobalamina tiene como consecuencia anemia perniciosa o debilidad en la mielina, membrana protectora de los nervios de la médula espinal y del cerebro.

Los derivados de la leche, riñones, huevos, hígado, carnes y pescado son ricos en vitaminas B12. La levadura de cerveza, también es un alimento con vitamina B12 aunque la cantidad que contiene, al igual que otros alimentos de origen vegetal, no es suficiente para cubrir las necesidades del organismo.


Información cortesía de "Vida Natural"


La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.

jueves, 24 de marzo de 2016

Infertilidad masculina


La infertilidad se define como la incapacidad para concebir un hijo naturalmente o de llevar un embarazo a término después de un año de vida sexual activa en ausencia de métodos anticonceptivos. 
Esta condición afecta al 15% de las parejas en edad reproductiva, y en aproximadamente la mitad de los casos la causa de la infertilidad es de origen masculino.


La fertilidad masculina depende de la producción normal de esperma y del desplazamiento del mismo a la vagina. El proceso comienza con el desarrollo de esperma en los testículos, proceso conocido como espermatogénesis. Durante esta fase, los espermatozoides son producidos por un proceso complicado de división celular que ocurre en un período de varios meses.

El desarrollo exitoso del esperma está controlado por el sistema endocrino y depende de la temperatura y de un entorno genético adecuado. Una vez formado, el esperma abandona los testículos y se almacena en el epidídimo, donde se desarrolla por completo. Posteriormente, es empujado a través del vaso deferente y la uretra durante la eyaculación.


Existen mucho problemas que pueden producir infertilidad en el hombre. En el 30 a 40% de los casos, el problema está en los testículos, que son las glándulas que producen espermatozoides y testosterona (la principal hormona sexual masculina). Las infecciones como paperas, tratamientos para el cáncer como radiación o quimioterapia, lesiones o cirugías pueden producir daño en los testículos.


El calor también puede afectar la producción de espermatozoides. Además, puede causar daños si uno o ambos testículos no descienden desde cerca del estómago (donde se encuentran antes del nacimiento) al escroto (la bolsa de piel donde normalmente están los testículos). 

Muchos hombres tienen venas dilatadas alrededor de los testículos (trastorno denominado varicocele). Estas venas elevan la temperatura en ellos, pudiendo causar una baja producción de espermatozoides.


Ciertas enfermedades genéticas pueden causar una deficiencia parcial o total en la producción de espermatozoides o hacer que estos no puedan desplazarse o fertilizar los óvulos de la mujer.

En aproximadamente un 10-20% de los casos, el problema radica en una obstrucción de los conductos deferentes, conductos por donde viaja el esperma al pene. Esta obstrucción puede ser causada por cicatrices secundarias a una infección, una vasectomía o fibrosis cística.

En casos menos comunes, la infertilidad es resultado de una deficiencia hormonal. El proceso hormonal se inicia en una parte del cerebro llamada hipotálamo, el cual libera una sustancia conocida como hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH), que estimula a la hipófisis (glándula maestra que se encuentra en la base del cerebro) a secretar otras dos hormonas: la hormona Folículo Estimulante (FSH) y la hormona Luteínizante (LH), que son las mismas en hombres y mujeres. 
En la mujer estimulan los ovarios y dan lugar a la ovulación, mientras que en el varón estimulan los testículos para producir testosterona y llevar a cabo la producción de espermatozoides (espermatogénesis)

Las enfermedades que afectan al hipotálamo o a la hipófisis - en la producción, mecanismo de regulación y liberación de esta hormona - resultan en baja producción espermática, o en la no producción (azoospermia) de espermatozoides.
Este fallo gonadal o del testículo por falta de estímulo hormonal es conocido como hipogonadismo hipogonadotrófico.

Entre el 30-40% de los casos de infertilidad en hombres, no es posible determinar la causa. No obstante, estos hombres generalmente presentan anormalidades en los espermatozoides (por ejemplo, espermatozoides morfológicamente anormales, en baja cantidad o de movimiento lento).

Otros problemas también pueden disminuir la fertilidad y producción de espermatozoides. Entre ellos destacan las enfermedades crónicas, un mal estado de salud en general, la obesidad, ciertos medicamentos y el consumo de drogas ilícitas.


Tratamiento higiénico - dietético

El tratamiento de la infertilidad masculina dependerá del problema específico. En los casos severos los tratamientos disponibles suelen ser poco efectivos. Sin embargo, muchas veces hay una combinación de medicamentos, abordajes quirúrgicos y técnicas de reproducción asistida (TRA) que se pueden utilizar para superar muchos de los problemas de fertilidad subyacentes.

En general, los cambios en la alimentación y el estilo de vida, como renunciar al consumo de tabaco, alcohol, y cualquier tipo de drogas y practicar deporte moderado pueden mejorar la fertilidad en hombres que presenten un recuento bajo o una mala calidad de los espermatozoides.

En varones sometidos a situaciones extremas de ansiedad y estrés, la calidad de los espermatozoides se ve seriamente alterada. En las parejas sometidas a técnicas de reproducción asistida, también se puede dar este hecho, siendo muy importante la ayuda psicológica. En este sentido, el uso de complementos alimenticios naturales podría incidir favorablemente sobre algunas de las características espermáticas afectadas.

Vitaminas

  • Vitamina A: estimula la producción de las hormonas sexuales masculinas.

  • Vitamina B12: actúa en la maduración celular y en la síntesis de ADN. Una deficiencia de vitamina B12 se asocia con un recuento y una motilidad espermática baja; por consiguiente, la vitamina B12 es esencial para una mejor salud de esperma.

  • Vitamina B9 (ácido fólico): junto con la vitamina B12, ayuda a mejorar la morfología espermática. Se ha comprobado que las concentraciones de ácido fólico son más altas en el líquido seminal que en el plasma de los hombres. Estudios sugieren que la suplementación con ácido fólico junto con zinc mejora la salud del esperma.

  • Vitamina C: es un antioxidante presente en el plasma seminal. Puede ayudar a reducir los fallos cromosomáticos de los espermatozoides y mejorar la calidad del esperma en fumadores.

  • Vitamina E: estudios han demostrado que la carencia de esta vitamina provoca esterilidad.

Minerales
  • Zinc: es el oligoelemento que influye en mayor medida en la fertilidad masculina. Estudios han demostrado que su ingesta puede estimular la producción y la movilidad de los espermatozoides. Además, aumenta la testosterona plasmática y por tanto la fertilidad.

  • Selenio: es un potente antioxidante y estabiliza la integridad de los flagelos del espermatozoide. Una ingesta demasiado baja de selenio en la dieta se asocia con una motilidad espermática baja.
Aminoácidos
Los aminoácidos son los pilares de las proteínas y juegan también un papel de importancia en la maduración de los espermatozoides.
  • L-Arginina: la arginina es un aminoácido que está presente en un elevado porcentaje en el fluido seminal. La arginina mejora el recuento y movilidad de los espermatozoides. Además, la arginina mejora el recuento y movilidad de los espermatozoides. Por otra parte, la arginina mejora la vasodilatación en los cuerpos cavernosos del pene, aumentando su capacidad eréctil.

  • L-carnitina y acetil L-carnitina: juegan un papel clave en el metabolismo energético de los espermatozoides. Muchos estudios científicos han revelado que ambos aminoácidos juegan un papel importante en la función espermática afectando la motilidad, morfología, concentración y recuento espermáticos. También pueden ayudar a proteger el esperma, reduciendo los efectos de un nivel demasiado elevado de radicales libres.

  • Taurina: influye directamente en la motilidad de los espermatozoides.
Ácidos grasos esenciales
  • DHA: el ácido graso omega-3 docosahexaenoico (DHA) se encuentra en grandes cantidades dentro de las células donde se produce el esperma. Se piensa que este componente, situado en la cola del esperma, podría proporcionar la elasticidad necesaria para el movimiento normal del mismo. En algunos estudios se ha encontrado una relación entre bajos niveles de DHA e infertilidad.
Plantas medicinales
  • Maca (Ledidium meyenii): mejora la función de la próstata, aumentando la cantidad y motilidad de los espermatozoides. Además, es rica en L-Arginina, favoreciendo un efecto vasodilatador. Actúa también como un vigorizante, ayudando a sentirnos menos cansados, potenciando de esta manera el apetito sexual.

  • Ginseng asiático (Panax ginseng): también llamado ginseng coreano, es un remedio popular para la infertilidad en la medicina china ya que aumenta los niveles de testosterona, el recuento de espermatozoides y la motilidad espermática.

  • Astrágalo (Astragalus membranaceus): mejora el recuento y la motilidad de los espermatozoides.

  • Tríbulo (Tribulus terrestris): El tríbulo es una planta que contiene principios activos como saponinas esteroideas y protodioscina. La protodioscina se transforma en DHEA y por ello aumenta la función eréctil, el deseo sexual y los niveles de testosterona en el hombre. El tríbulo aumenta la cantidad, la calidad y la movilidad de los espermatozoides.

  • Sabal (Serenoa repens): gracias a sus ácidos grasos y esteroles, beneficia la función reproductiva del hombre y reduce la impotencia estimulando además las hormonas masculinas. También reduce la actividad de la 5-alfa-reductasa, enzima que cataliza la producción de estrógenos y la conversión de testosterona en DHT, evitando así o reduciendo el agrandamiento de la próstata que provoca este desequilibrio de hormonas. Este problema es muy frecuente en hombres a partir de los 45 años, por lo que el sabal es especialmente eficaz para reducir la inflamación y los síntomas asociados como son la necesidad frecuente de orinar, el dolor y la impotencia.

Otros nutrientes
  • Coenzima Q10: la coenzima Q10 actúa como antioxidante y potenciador energético, y se piensa que estabiliza la integridad de los flagelos del espermatozoide. Diversos estudios han demostrado una correlación entre los niveles de coenzima Q10 y la salud del esperma.

  • Licopeno: el licopeno, carotenoide antioxidante presente en el tomate, favorece la producción de espermatozoides y su movilidad.



Información cedida por Nutrinat


La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.

jueves, 17 de marzo de 2016

Protégete contra la faringitis


La faringe forma parte del aparato respiratorio y del digestivo. Es esencial para funciones como la deglución de los alimentos, la respiración y la fonación. Además, contiene las amígdalas, que son una parte importante para proteger a la boca de posibles infecciones.
Por tanto, la faringe también está involucrada en el mantenimiento del sistema inmune.



Síntomas
El síntoma principal de la faringitis es el dolor de garganta y dolor al tragar. Las paredes de la faringe aparecen enrojecidas y las amígdalas presentan un aumento de tamaño y en ocasiones pus.
Otros síntomas pueden abarcar fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares y articulares, ganglios linfáticos inflamados en el cuello y dolor irradiado al oído.


Causas

La mayoría de las faringitis son de origen infeccioso, principalmente causadas por el virus del resfriado común y de la gripe (virus influenza). Con menos frecuencia, se deben a infecciones bacterianas, tratándose la mayoría de las veces de faringitis estreptocócidas.

Otras posibles causas son sufrir una alergia, sequedad ambiental debido a la calefacción, irritantes presentes en el ambiente como tabaco y contaminantes, tomar alcohol o alimentos picantes o muy calientes, forzar mucho la garganta al hablar y enfermedades como el reflujo gastroesofágico (ERGE), la infección por VIH, tumores en la zona de la garganta y enfermedades crónicas que afectan al sistema inmune.


Prevención
Por tanto, la prevención ha de centrarse en mantener unos hábitos saludables que optimicen la función inmune del organismo, evitar los agentes que pueden lesionar la mucosa faríngea y controlar adecuadamente las enfermedades que pueden favorecer su aparición.
Asimismo, se deben tomar las medidas oportunas para evitar el contagio mediante el uso de guantes, lavado de manos y evitando compartir tazas o utensilios para comer con personas enfermas.


Tratamiento
Es importante tratar la faringitis correctamente para evitar complicaciones como infección de oído, sinusitis y absceso periamigdalino (infección de las amígdalas con bolsa de pus).

Para ello se han de tener en cuenta los siguientes aspectos:

Higiénico:

  • En la medida de lo posible, limitar la exposición a humos. Evitar bebidas frías o muy calientes, el tabaco, alcohol y cualquier sustancia irritante.
  • Evitar respirar aire frío (siempre que se sale de un sitio caldeado mantener la boca cerrada) y el aire acondicionado. Se recomienda humidificación del aire y buena ventilación.
  • Evitar hablar mucho y muy fuerte.
  • Realizar lavados de la faringe y las fosas nasales con suero salino para arrastrar los agentes irritantes o hacer gárgaras varias veces al día con agua tibia con sal (media cucharadita de sal en una taza de agua).
  • Utilizar técnicas de relajación que ayuden a controlar el estrés físico y psíquico y hacer el reposo necesario.
Dieta:
La ingestión de abundantes líquidos ayudará a mantener la zona hidratada y a disolver la concentración de mucosidad; zumos, caldos y sopas son el mejor alimento en estos casos. Los zumos, preferentemente de cítricos por su alto contenido en vitamina C. También es importante tomar alimentos ricos en zinc, ya que es un buen estimulante de las defensas (higos, tomates, maíz y lechuga). Asímismo la vitamina A o betacaroteno (en los alimentos vegetales) trabaja haciendo equipo con el zinc para reforzar el sistema inmunológico, por lo que también es interesante aumentar el consumo de alimentos que la contengan (hígado, zanahoria, calabaza y verduras de hojas verdes y moradas).


Farmacológico:
No existe un tratamiento inicial establecido para la faringitis. Se comienza a tratar los síntomas mediante analgésicos para calmar el dolor de garganta, antipiréticos para bajar la fiebre y mucolíticos que disminuyan la viscosidad del moco. Para combatir la infección se utilizan antivíricos en el caso de estar provocada por virus, y antibióticos en el caso de ser de origen bacteriano.


Complementos alimenticios:
Se debe potenciar la función inmunitaria del paciente para prevenir e incluso disminuir la duración de la enfermedad. Si la función inmunitaria es adecuada, la enfermedad tiene una duración breve.

Es de especial interés la suplementación con:

  • Vitamina A: su acción antioxidante ayuda a preservar y regenerar las mucosas respiratorias dañadas por un proceso infeccioso.
  • Vitamina C: tiene propiedades antivirales, potencia el sistema inmune y tiene acción antihistamínica interesante en los casos alérgicos.
  • Vitamina E: ejerce un efecto antioxidante, promoviendo la reparación de los tejidos.
  • Complejo vitaminas B: poseen efecto neuroprotector, analgésico y antiinflamatorio.
  • Zinc: aumenta la función inmunológica y alivia el dolor.
  • Extracto de semilla de pomelo: por su aporte en vitamina C y bioflavonoides. Se pueden realizar gárgaras con una solución diluida o ingerir directamente.
  • Sello de oro (Hydrastis canadensis): tiene efecto antibiótico.
  • Equinácea (Echinacea angustifolia) y Bioflavonoides: aumentan las defensas naturales del organismo.
  • Própolis: protege las membranas mucosas de la boca y la garganta gracias a su efecto antiséptico y antibiótico.
  • Micoterapia: los hongos medicinales de especial relevancia son Shiitake, Reishi, Cola de Pavo y Melena de león. Tienen propiedades antiinflamatorias y potencian nuestro sistema inmune evitando así posibles recurrencias y cronoficación de la inflamación.
  • Probióticos como L. Acidophilus: especialmente cuando se prescriben antibióticos.

Información cedida por Nutrinat


La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.



jueves, 10 de marzo de 2016

Prevenir y tratar el estreñimiento


El estreñimiento es una de las alteraciones más frecuente en nuestra sociedad, generalmente, es un problema evitable, ya que se trata de un síntoma y no de una enfermedad.


Cuando su origen es funcional puede resolverse con una buena
higiene de vida, pero si la causa es orgánica se tratará la patología de base como por ejemplo enfermedades del colon, alteraciones neurológicas, algunos tipos de cáncer, patologías metabólicas y cardiovasculares, debilidad de los músculos abdominales y del suelo pélvico o por el uso de ciertos medicamentos.

Hablamos de constipación o estreñimiento funcional cuando la evacuación intestinal es infrecuente, menos de 3 veces por semana, y exige un esfuerzo defecatorio muy grande debido, habitualmente, a la carencia de residuos y al bajo contenido en agua en las heces, lo que provoca una falta de estimulación de los movimientos intestinales y, por tanto, gran dificultad para su expulsión.

Esta alteración funcional del hábito intestinal puede aparecer en todas las edades, desde los primero años de vida (al quitarles el pañal y al comienzo de la escolaridad) hasta la ancianidad. Siendo las causas más frecuentes, en las personas adultas, la falta de fibra en la alimentación, beber poca agua, la falta de ejercicio, factores culturales, determinados hábitos sociales y causas psicológicas.

Cada persona que padece estreñimiento se refiere a él de forma diferente, por la percepción subjetiva de su hábito defecatorio. Y sea cual sea esta percepción hay que prevenirlo y tratarlo mediante una serie de pautas alimentarias diarias que pueden mejorar e incluso revertir este desorden.

Así, es aconsejable comenzar cada día con un vaso de agua, seguido de un desayuno completo que aporte fibras, vitaminas, minerales y prebióticos; lo que conseguiremos si tomamos frutas, cereales integrales, lácteos y aceite de oliva virgen.


En las diferentes ingestas, del resto del día, recomendamos el consumo de verduras y hortalizas, crudas y cocinadas; legumbres; cereales integrales; frutos secos y frutas frescas; porque todos estos alimentos tienen gran cantidad de fibras, vitaminas y minerales. Destacando los frutos secos, que junto con las legumbres, son los alimentos más ricos en fibras aunque, por la escasa cantidad de agua y las calorías que aportan, su consumo será moderado; pero si los combinamos con verduras, hortalizas y frutas, la cantidad nutricional del menú.

En cuanto a los cereales, es aconsejable elegirlos integrales (pasta, arroz, pan e incluso galletas integrales). Respecto a las frutas tomaremos dos o tres raciones diarias, evitando las muy maduras porque tienen más azúcares y menos fibra.
Y no olvidaremos lo yogures y otras leches fermentadas porque ayudan a regular la flora intestinal, promueven una mejoría de los movimientos intestinales, disminuyen el tiempo de tránsito y mejoran el estreñimiento, por ser alimentos probióticos.

Como aliño utilizaremos aceite de oliva virgen por su acción laxante suave que mejora la función intestinal, favoreciendo el peristaltismo, promoviendo el vaciado y permitiendo mantener una heces blandas, y aumentando la eficacia de una buena dieta.
Sin olvidar el agua, elemento fundamental para mantener las heces blandas y facilitar así su tránsito por el colon y su expulsión, para lograrlo beberemos entre 8 y 10 vasos cada día.

Además de todo lo anterior, el estreñimiento mejorará si limitamos el consumo de alimentos astringentes (como por ejemplo arroz hervido, purés muy triturados o membrillo); hidratos de carbono refinados (como pan de molde, pan blanco, galletas, bollería y otros productos de pastelería); exceso de alimentos de origen animal, grasas saturadas y bebidas astringentes (como el té por su contenido en taninos y zumos de limón, de pomelo o de manzana).


Y como "colofón" hacer ejercicio todos los días, comer sin estrés y en buena compañía. Con este buen cóctel seguro mejoraremos e incluso evitaremos estar estreñidos que, además de molesto, seguro altera nuestro quehacer diario.


Así mismo, disponemos de diferentes tipos de laxantes para tratar la constipación, pero antes de utilizarlos debemos consultar con un especialista, quien nos indicará el producto más adecuado y con menos efectos secundarios dependiendo del tipo de estreñimiento que padezcamos, ya que estos compuestos actúan a través de diferentes mecanismos como lograr un aumento del bolo fecal (laxantes mecánicos) y/o facilitar el vaciado intestinal aumentando el peristaltismo o movimientos del intestino grueso (laxantes de contacto). Dependiendo de su composición se usarán de forma puntual para el estreñimiento agudo o durante largo plazo cuando se trate de un estreñimiento crónico.

Por todo ello, si deseamos evitar el estreñimiento llevaremos una hábitos higiénicos adecuados con una dieta equilibrada y rica en alimentos con fibra, vitaminas y minerales; beberemos suficientes líquidos, sobre todo agua; haremos ejercicio diario; no utilizaremos innecesariamente laxantes y destinaremos el tiempo adecuado para realizar las necesarias visitas al baño.

jueves, 3 de marzo de 2016

Reconocer un aceite de calidad

Virgen, bruto, crudo, natural, extra virgen, 1ª presión, etc...
¿Qué designan tales apelaciones? ¿Cuál de ellas garantiza un aceite vegetal de calidad?

La presión en caliente de los aceites vegetales:
Desde una óptica exclusivamente mercantil y de rendimiento, los aceites vegetales pueden ser prensados en caliente mecánicamente a temperaturas de 80º a 120ºC. De este modo, las materias vegetales de base sufren un serie de tratamientos químicos muy invasivos (refinado, desengomado, desodorización, decoloración...) que privan a los productos finales de una parte importante de sus vitaminas, ácidos grasos esenciales y antioxidantes. Los extractos obtenidos son muy estandarizados y poseen una buena conservación pero han perdido todas sus calidades nutricionales y sus propiedades cosméticas.

A pesar de esta completa desnaturalización, aún hay quien se cree en derecho de denominar a estos productos "aceite virgen", "aceite bruto", "aceite crudo", "aceite natural".

La presión en frío:
Primera prensada en frío
Es un modo de extracción exclusivamente mecánico que se efectúa a baja temperatura, preservando del todo el contenido en ácidos grasos esenciales, vitamina E y antioxidantes naturales, no necesitando, de este modo, ningún aditivo.

La primera extracción denominada "primera prensada" proporciona un auténtico "jugo" oleaginoso puro.


El calificativo "virgen" no puede ser atribuido a un aceite vegetal excepto si éste cumple varios criterios precisos fijados por la normativa:

  • primera presión en frío
  • clarificación por medios físicos o mecánicos
  • ningún tratamiento de refinado físico o químico

El aceite "virgen" puede presentar una tasa de acidez que puede llegar al 3% a diferencia del aceite "virgen extra" que contiene menos del 1% de acidez. El calificativo "virgen extra" es una denominación que concierne únicamente al aceite de oliva.

En cuanto al sello "certificado biológico" o "100% biológico", los aceites vegetales que lo merecen deben proceder de producciones agrícolas exentas de productos químicos sintéticos y cuyos campos están situados en zonas resguardadas de contaminaciones exteriores.

Obtenidos únicamente por presión mecánica en frío, los aceites vegetales certificados biológicos están provistos de un etiquetaje que permite la trazabilidad del producto desde el campo hasta la mesa.
La certificación "biológica" depende de organismos de control acreditados que verifican el respeto de la normativa en vigor.


¿Aceite macerado o aceite vegetal? Precisiones.
Un aceite vegetal se obtiene generalmente por primera presión en frío de una nuez, un fruto o un grano oleaginoso. Este aceite es comparable, pues, a un "jugo" lipídico.

Aceite macerado
Sin embargo, existen bastantes plantas que no pueden producir aceite al prensarlas y cuya acción benéfica para la salud, hace necesaria la obtención de su aceite. Hablamos entonces de aceites macerados o de macerados aceitosos.

Los aceites macerados se obtiene mediante un proceso muy simple que existe desde la noche de los tiempos. En primer lugar, se escoge una planta por sus principios activos (la caléndula, el hipérico...). Esta planta puede ser un producto de la agricultura biológica o no. Se deja macerar la parte de la planta escogida (flores, granos, la planta completa...) en un aceite vegetal "de base", como el de girasol. Esta maceración dura a menudo varias semanas. 
A continuación, se filtra la preparación y se obtiene un aceite vegetal enriquecido con los principios contenidos en la planta: el aceite macerado.

Aceite vegetal y aceites esenciales. ¿Porqué mezclar?
Es importante diferenciar desde un principio aceite vegetal y aceite esencial. El aceite vegetal es un cuerpo graso obtenido por presión en frío de un oleaginoso o por maceración. 
El aceite esencial, por su parte, es un cuerpo mucho más complejo. Se trata de una "esencia" de planta aromática obtenida por destilación con vapor de agua. Las moléculas contenidas en los aceites esenciales no tienen nada en común con la composición bioquímica de los aceites vegetales. Sin embargo, ambos lipófilos, se combinan de maravilla.

A menudo se aconseja diluir los aceites esenciales en aceites vegetales para obtener sinergias aromáticas eficaces.

Debemos saber que para una utilización cosmética eficaz se diluye del 1 al 3% de aceites esenciales en el aceite vegetal. Para una acción sobre la salud, se puede fácilmente llegar a disoluciones del 20 al 80% de aceites esenciales en el aceite vegetal, en función de la dermocausticidad o de la toxicidad de los aceites esenciales escogidos.


D. Baudoux, J.Kaibeck y A-F. Malotaux.

La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.

Translate