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jueves, 17 de marzo de 2016

Protégete contra la faringitis


La faringe forma parte del aparato respiratorio y del digestivo. Es esencial para funciones como la deglución de los alimentos, la respiración y la fonación. Además, contiene las amígdalas, que son una parte importante para proteger a la boca de posibles infecciones.
Por tanto, la faringe también está involucrada en el mantenimiento del sistema inmune.



Síntomas
El síntoma principal de la faringitis es el dolor de garganta y dolor al tragar. Las paredes de la faringe aparecen enrojecidas y las amígdalas presentan un aumento de tamaño y en ocasiones pus.
Otros síntomas pueden abarcar fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares y articulares, ganglios linfáticos inflamados en el cuello y dolor irradiado al oído.


Causas

La mayoría de las faringitis son de origen infeccioso, principalmente causadas por el virus del resfriado común y de la gripe (virus influenza). Con menos frecuencia, se deben a infecciones bacterianas, tratándose la mayoría de las veces de faringitis estreptocócidas.

Otras posibles causas son sufrir una alergia, sequedad ambiental debido a la calefacción, irritantes presentes en el ambiente como tabaco y contaminantes, tomar alcohol o alimentos picantes o muy calientes, forzar mucho la garganta al hablar y enfermedades como el reflujo gastroesofágico (ERGE), la infección por VIH, tumores en la zona de la garganta y enfermedades crónicas que afectan al sistema inmune.


Prevención
Por tanto, la prevención ha de centrarse en mantener unos hábitos saludables que optimicen la función inmune del organismo, evitar los agentes que pueden lesionar la mucosa faríngea y controlar adecuadamente las enfermedades que pueden favorecer su aparición.
Asimismo, se deben tomar las medidas oportunas para evitar el contagio mediante el uso de guantes, lavado de manos y evitando compartir tazas o utensilios para comer con personas enfermas.


Tratamiento
Es importante tratar la faringitis correctamente para evitar complicaciones como infección de oído, sinusitis y absceso periamigdalino (infección de las amígdalas con bolsa de pus).

Para ello se han de tener en cuenta los siguientes aspectos:

Higiénico:

  • En la medida de lo posible, limitar la exposición a humos. Evitar bebidas frías o muy calientes, el tabaco, alcohol y cualquier sustancia irritante.
  • Evitar respirar aire frío (siempre que se sale de un sitio caldeado mantener la boca cerrada) y el aire acondicionado. Se recomienda humidificación del aire y buena ventilación.
  • Evitar hablar mucho y muy fuerte.
  • Realizar lavados de la faringe y las fosas nasales con suero salino para arrastrar los agentes irritantes o hacer gárgaras varias veces al día con agua tibia con sal (media cucharadita de sal en una taza de agua).
  • Utilizar técnicas de relajación que ayuden a controlar el estrés físico y psíquico y hacer el reposo necesario.
Dieta:
La ingestión de abundantes líquidos ayudará a mantener la zona hidratada y a disolver la concentración de mucosidad; zumos, caldos y sopas son el mejor alimento en estos casos. Los zumos, preferentemente de cítricos por su alto contenido en vitamina C. También es importante tomar alimentos ricos en zinc, ya que es un buen estimulante de las defensas (higos, tomates, maíz y lechuga). Asímismo la vitamina A o betacaroteno (en los alimentos vegetales) trabaja haciendo equipo con el zinc para reforzar el sistema inmunológico, por lo que también es interesante aumentar el consumo de alimentos que la contengan (hígado, zanahoria, calabaza y verduras de hojas verdes y moradas).


Farmacológico:
No existe un tratamiento inicial establecido para la faringitis. Se comienza a tratar los síntomas mediante analgésicos para calmar el dolor de garganta, antipiréticos para bajar la fiebre y mucolíticos que disminuyan la viscosidad del moco. Para combatir la infección se utilizan antivíricos en el caso de estar provocada por virus, y antibióticos en el caso de ser de origen bacteriano.


Complementos alimenticios:
Se debe potenciar la función inmunitaria del paciente para prevenir e incluso disminuir la duración de la enfermedad. Si la función inmunitaria es adecuada, la enfermedad tiene una duración breve.

Es de especial interés la suplementación con:

  • Vitamina A: su acción antioxidante ayuda a preservar y regenerar las mucosas respiratorias dañadas por un proceso infeccioso.
  • Vitamina C: tiene propiedades antivirales, potencia el sistema inmune y tiene acción antihistamínica interesante en los casos alérgicos.
  • Vitamina E: ejerce un efecto antioxidante, promoviendo la reparación de los tejidos.
  • Complejo vitaminas B: poseen efecto neuroprotector, analgésico y antiinflamatorio.
  • Zinc: aumenta la función inmunológica y alivia el dolor.
  • Extracto de semilla de pomelo: por su aporte en vitamina C y bioflavonoides. Se pueden realizar gárgaras con una solución diluida o ingerir directamente.
  • Sello de oro (Hydrastis canadensis): tiene efecto antibiótico.
  • Equinácea (Echinacea angustifolia) y Bioflavonoides: aumentan las defensas naturales del organismo.
  • Própolis: protege las membranas mucosas de la boca y la garganta gracias a su efecto antiséptico y antibiótico.
  • Micoterapia: los hongos medicinales de especial relevancia son Shiitake, Reishi, Cola de Pavo y Melena de león. Tienen propiedades antiinflamatorias y potencian nuestro sistema inmune evitando así posibles recurrencias y cronoficación de la inflamación.
  • Probióticos como L. Acidophilus: especialmente cuando se prescriben antibióticos.

Información cedida por Nutrinat


La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.



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