
El estreñimiento es una de las alteraciones más frecuente en nuestra sociedad, generalmente, es un problema evitable, ya que se trata de un síntoma y no de una enfermedad.
Cuando su origen es funcional puede resolverse con una buena
higiene de vida, pero si la causa es orgánica se tratará la patología de base como por ejemplo enfermedades del colon, alteraciones neurológicas, algunos tipos de cáncer, patologías metabólicas y cardiovasculares, debilidad de los músculos abdominales y del suelo pélvico o por el uso de ciertos medicamentos.
Hablamos de constipación o estreñimiento funcional cuando la evacuación intestinal es infrecuente, menos de 3 veces por semana, y exige un esfuerzo defecatorio muy grande debido, habitualmente, a la carencia de residuos y al bajo contenido en agua en las heces, lo que provoca una falta de estimulación de los movimientos intestinales y, por tanto, gran dificultad para su expulsión.
Esta alteración funcional del hábito intestinal puede aparecer en todas las edades, desde los primero años de vida (al quitarles el pañal y al comienzo de la escolaridad) hasta la ancianidad. Siendo las causas más frecuentes, en las personas adultas, la falta de fibra en la alimentación, beber poca agua, la falta de ejercicio, factores culturales, determinados hábitos sociales y causas psicológicas.
Cada persona que padece estreñimiento se refiere a él de forma diferente, por la percepción subjetiva de su hábito defecatorio. Y sea cual sea esta percepción hay que prevenirlo y tratarlo mediante una serie de pautas alimentarias diarias que pueden mejorar e incluso revertir este desorden.

Así, es aconsejable comenzar cada día con un vaso de agua, seguido de un desayuno completo que aporte fibras, vitaminas, minerales y prebióticos; lo que conseguiremos si tomamos frutas, cereales integrales, lácteos y aceite de oliva virgen.
En las diferentes ingestas, del resto del día, recomendamos el consumo de verduras y hortalizas, crudas y cocinadas; legumbres; cereales integrales; frutos secos y frutas frescas; porque todos estos alimentos tienen gran cantidad de fibras, vitaminas y minerales. Destacando los frutos secos, que junto con las legumbres, son los alimentos más ricos en fibras aunque, por la escasa cantidad de agua y las calorías que aportan, su consumo será moderado; pero si los combinamos con verduras, hortalizas y frutas, la cantidad nutricional del menú.
En cuanto a los cereales, es aconsejable elegirlos integrales (pasta, arroz, pan e incluso galletas integrales). Respecto a las frutas tomaremos dos o tres raciones diarias, evitando las muy maduras porque tienen más azúcares y menos fibra.
Y no olvidaremos lo yogures y otras leches fermentadas porque ayudan a regular la flora intestinal, promueven una mejoría de los movimientos intestinales, disminuyen el tiempo de tránsito y mejoran el estreñimiento, por ser alimentos probióticos.
Como aliño utilizaremos aceite de oliva virgen por su acción laxante suave que mejora la función intestinal, favoreciendo el peristaltismo, promoviendo el vaciado y permitiendo mantener una heces blandas, y aumentando la eficacia de una buena dieta.
Sin olvidar el agua, elemento fundamental para mantener las heces blandas y facilitar así su tránsito por el colon y su expulsión, para lograrlo beberemos entre 8 y 10 vasos cada día.
Además de todo lo anterior, el estreñimiento mejorará si limitamos el consumo de alimentos astringentes (como por ejemplo arroz hervido, purés muy triturados o membrillo); hidratos de carbono refinados (como pan de molde, pan blanco, galletas, bollería y otros productos de pastelería); exceso de alimentos de origen animal, grasas saturadas y bebidas astringentes (como el té por su contenido en taninos y zumos de limón, de pomelo o de manzana).
Y como "colofón" hacer ejercicio todos los días, comer sin estrés y en buena compañía. Con este buen cóctel seguro mejoraremos e incluso evitaremos estar estreñidos que, además de molesto, seguro altera nuestro quehacer diario.

Por todo ello, si deseamos evitar el estreñimiento llevaremos una hábitos higiénicos adecuados con una dieta equilibrada y rica en alimentos con fibra, vitaminas y minerales; beberemos suficientes líquidos, sobre todo agua; haremos ejercicio diario; no utilizaremos innecesariamente laxantes y destinaremos el tiempo adecuado para realizar las necesarias visitas al baño.
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