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jueves, 23 de enero de 2014

Alimentación y estrés

     Hoy queremos compartir con vosotros el nuevo artículo de nuestra compañera Deva Camino Monteserín. Esperamos que os sea de utilidad en estos tiempos de prisas que vivimos. Un saludo y ¡Feliz fin de semana!    

                    LA ALIMENTACIÓN Y EL ESTRÉS         
      
          Hola de nuevo, a los miembros de ACCU y a los que simplemente os acercáis a estas páginas con la intención de aprender y entreteneros. Permitidme  comenzar agradeciendo una vez más a ACCU su confianza y su espacio para que pueda escribiros estas líneas, que tienen la intención de que juntos podamos conocer un poco más sobre aquello que a nos atañe a todos, la búsqueda de la salud. Aprovecho aquí para recordaros que según la OMS (Organización Mundial de la Salud) la salud no es tan solo la ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar completo a nivel físico, mental y social… Ahí es nada y en ello estamos, así que mucho ánimo para todos.

             Hoy hemos decidido hablar del estrés y la alimentación, como sabéis el estrés es el origen de diversas patologías, pudiendo además exacerbar otras muchas, entre ellas las EII, por eso cualquier herramienta que empleemos para controlarlo es bienvenida y más en esta época del año. Para la mayoría han terminado ya las vacaciones, los días soleados, el descanso… un largo curso nos queda por delante. Deberemos por tanto afrontar nuevos retos y, muy a menudo, elevadas cargas de responsabilidad, trabajo, apretados horarios… que mejor momento que éste para abordar este tema.

          Haciendo un poco de memoria recordaréis que en el artículo anterior hablamos de que pequeñas dosis de estrés son adecuadas para afrontar diversas situaciones del  día a día. Mejora nuestra atención, nuestros reflejos, nuestra rapidez… sin embargo un estrés continuado, como el que encontramos en las sociedades modernas, resulta muy perjudicial para nuestra salud: para nuestro corazón, nuestro cerebro, nuestro intestino, nuestro estómago, nuestros músculos,…

Figura 1. El estrés afecta de manera determinante a nuestra salud.

         Resumiendo mucho lo que dijimos en aquel artículo existen dos hormonas que desencadenan los mecanismos de respuesta al estrés: la adrenalina que predomina en el estrés agudo y puntual, y el cortisol, que predomina en situaciones de estrés prolongado o crónico y  cuya presencia constante trastoca nuestra salud en muy diversos ámbitos: aumenta las probabilidades de diabetes, de obesidad, la oxidación,…

          Nuestro sistema nervioso frente a las situaciones que la persona percibe como estresantes da la señal a las glándulas endocrinas para la secreción de esas hormonas al torrente sanguíneo. Como sabéis las circunstancias causantes de estrés varían según el individuo, pues muchas dependen en buena medida de su percepción, y ese es también un campo muy importante a trabajar. Fortaleciendo por ejemplo nuestra autoestima disminuiremos las fuentes de estrés, pues estados que antes nos alteraban serán percibidos con menor inquietud y no desencadenarán la liberación de dichas hormonas.

         Lo que es menos conocido es que nuestra alimentación influye también de manera determinante en la producción del cortisol. Cuando nos alimentamos damos a nuestro organismo diferentes nutrientes, con los que las células deben acometer una infinidad de tareas para que todo en nuestro interior funcione correctamente. Uno de esos nutrientes es la glucosa, que se obtiene directamente del azúcar o de preparados industriales como el jarabe de glucosa y la dextrosa, que actualmente se añaden, por desgracia, a multitud de alimentos. Se consiguen también, previa digestión, de los glúcidos complejos (Hidratos de carbono), estos se encuentran en la patata, los cereales,  la yuca …. Recordad que los cereales son consumidos de muy diversas formas: pan, arroz, galletas, pasta, bollería… Todos estos alimentos, y otros, terminan por transformarse en buen a medida en glucosa.

          ¿Y qué  tiene que ver la glucosa con el estrés? Pues sí que tiene que ver, pero vayamos por partes.  Cuando la glucosa llega a sangre el páncreas secreta la hormona insulina, podemos decir de forma simplificada que ésta es la encargada de que la glucosa entre en las células, y éstas la utilizarán como combustible para realizar sus funciones, también en el cerebro.

         Si hay mucha glucosa en sangre (Glucemia elevada), lo que sucede si ingerimos los alimentos antes mencionados, se secreta también gran cantidad de insulina, y entonces la glucosa desaparece muy rápido de la sangre, lo que en el cerebro se traduce en falta de concentración, cansancio psíquico, embotamiento e incluso irritabilidad. La reacción hormonal a este estado es la de secretar cortisol, sí una de las hormonas del estrés,   y así se empeoran los síntomas derivados del estrés emocional.

Figura 2. Índices de glucemia e insulina en sangre por alimentos de alto índice glucémico.

          La otra reacción de nuestro organismo es la de producir una apetencia por alimentos que nos suministren azúcar de forma muy rápida para compensar su drástica disminución en sangre. De nuevo se recurre a los alimentos antes mencionados, especialmente a los que nos permiten obtener azúcar directamente: refrescos azucarados, barritas, bollería… Por lo que se repiten los mecanismos explicados y se entra en un ciclo de glucemias altas y bajas que perjudican a nuestro cerebro y a otros órganos, por ejemplo, una glucemia alta envejece nuestros vasos sanguíneos, empeora nuestra visión, agota a nuestro páncreas favoreciendo el desarrollo de diabetes tipo II, aumenta el acumulo de grasas… incrementa además por mecanismos indirectos la inflamación, reduce nuestras defensas, la memoria etc.

          Por todo esto una buena manera de disminuir nuestro estrés y el cansancio es mantener la glucemia en niveles más o menos constantes durante todo el día. Para ello es muy importante repartir la ingesta en cinco tomas,  cada tres o cuatro horas, no saltándonos el desayuno. Así evitaremos llegar con mucha hambre a ninguna de las comidas, haciéndolas siempre moderadas. La glucosa debe provenir mayoritariamente de alimentos con bajo índice glucémico: frutas, hortalizas y verduras,  ya que liberan sus  azúcares poco a poco, y deben ser introducidos ya en el desayuno. Deberemos reducir el grupo de glúcidos con alto índice glucémico (Pan blanco, pasta,  arroz…) especialmente los que contengan azúcar añadido (Bollería, galletas…) y tomarlos siempre en sus formas integrales. Los alimentos integrales  nos aportarán además vitaminas, minerales y fibras, que son imprescindibles para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. También es conveniente incluir en cada comida una pequeña cantidad de proteína, ya que induce la producción de otra hormona, el glucagón, que dicho a grosso modo, compensa a la insulina, a la que podemos llamar, la hormona del azúcar. Una buena forma sería empezar el día,  por ejemplo, con un poco de jamón o pavo en nuestro desayuno.

Figura 3. Tabla de índice glucémico de algunos alimentos.

          Como veis la forma en que obtengamos la glucosa es determinante para nuestras hormonas, pero hay mucho más. Otro de nuestros puntos débiles es que actualmente consumimos cantidades muy bajas de minerales y vitaminas (Micronutrientes), que son fundamentales para el sistema nervioso trabaje correctamente, ya que se vale de ellos, y por tanto son básicos para afrontar adecuadamente el  estrés cotidiano. Se sabe que actualmente ingerimos cantidades hasta 10 veces inferiores de algunos de estos micronutrientes ¿Cómo va a funcionar así nuestro cerebro? El magnesio, el fósforo, el cobalto, el potasio,… son minerales indispensables y que sin embargo pocas veces se tienen en cuenta. Los vegetales frescos, los cereales integrales y los frutos secos: nueces, avellanas, pistachos, almendras … son formas muy saludables de obtenerlos. Aprovecho también aquí para recordaros que la OMS nos recomienda, al menos, ingerir 5 raciones de vegetales diariamente.

Figura 4. Los vegetales frescos son imprescindibles en el consumo diario.

          Las importancia de las vitaminas en el estrés es también ignorada a menudo,  si bien todas son importantes, para nuestro sistema nervioso destaca el papel de las vitaminas  B. Se incluye en esta categoría a un grupo diverso de moléculas, algunas de las cuales tienden a agotarse en situaciones de estrés. De forma general  los síntomas de un consumo inadecuado de vitaminas B son fatiga, irritabilidad, apatía, tristeza, dificultades de memoria, incluso neuropatías. Pongamos un ejemplo, un déficit de la vitamina B3 no solo empeora el funcionamiento de nuestro sistema nervioso sino que produce pelagra, una enfermedad que suele manifestarse con depresión y desorientación, y que afecta también a la piel y al sistema digestivo.

          ¿Cómo podemos garantizar una cantidad adecuada de vitaminas B? Lo primero que debemos de tener en cuenta para esto es no desperdiciarlas, para ello deberíamos intentar reducir los azúcares (Sí, lamento ser pesada pero de nuevo los azúcares), ya que las vitaminas B intervienen en su metabolismo, desviándolas del resto de sus funciones. Si bien las vitaminas B se encuentran presentes de una amplia gama de alimentos, algunos como las verduras de hoja verde, las legumbres o los cereales integrales, son poco consumidos en la actualidad. Aprovecho aquí para aclarar que los cereales deben ser integrales, entre otras razones, porque en ellos se mantiene la parte que contiene vitaminas B, y que se retira en las harinas refinadas (Blancas) que  se utilizan hoy en día para la fabricación del pan, la pasta, las galletas…  Por otro lado las personas vegetarianas deberían tomar algún suplemento de vitamina B12 (Cianocobalamina), ya que la forma que los humanos utilizamos de esta vitamina no se encuentra presente en los vegetales. También sería conveniente incluir en su dieta la levadura de cerveza y fermentados asiáticos como el miso, en los cuáles  está presente esta vitamina. La cianocobalamina es fundamental para el sistema nervioso central y también para la producción de glóbulos rojos de la sangre, y su deficiencia produce debilidad, apatía, entumecimiento, anemia…

               Como estáis viendo en la alimentación es tan importante lo que debemos comer como lo que deberíamos dejar de comer, y es por ello que no puedo dejar de hablaros de los estimulantes: el café, las colas, el consumo excesivo de te… todos ellos excitan nuestro sistema nervioso, y aunque inicialmente pueda parecernos que con ellos nuestro día se hace más llevadero, la verdad es que favorecen la  irritación y el estrés. Existen personas especialmente sensibles en las que además pueden terminar provocando insomnio y adicción. Por ejemplo, debemos saber que dependiendo de nuestro tipo de metabolismo la cafeína se elimina en un tiempo u otro, pudiendo permanecer hasta 10 horas en nuestro organismo, trastocando los patrones de sueño, tan importantes para afrontar con el ánimo suficiente el nuevo día. Simplemente eliminando el café del medio día o la media tarde, en algunas personas desaparecen los problemas de conciliación del sueño.

Figura 5. Un consumo elevado de estimulantes favorece el estrés.

          Entre lo que sí podemos tomar, y que además puede sustituir a algunas de las bebidas estimulantes en estos fríos meses que nos esperan, se encuentran las infusiones. El rooibos, la menta, el té verde (con muy poca teína y muy saludable)… son tan solo algunas de las alternativas. Incluso podemos recurrir a plantas relajantes: la tila, la manzanilla, la pasiflora… Si bien debemos entender que la cantidad de principio activo que contiene una infusión no suele ser suficiente para abordar un estrés elevado o crónico. En esas situaciones lo más indicado es recurrir a un profesional que nos indique qué plantas o suplementos nutricionales nos convienen,  y en qué forma y dosis, por ejemplo un extracto concentrado de pasiflora, nos funcionará mejor que su infusión. Otra opción son las plantas adaptógenas, menos conocidas pero que optimizan las funciones de nuestro sistema nervioso sin excitarlo, resultando muy útiles tanto en las sobrecargas emocionales como físicas: la rodiola, el eleuterococo,…

          Como conclusión contaros que, aunque os pueda costar creerlo, he visto a personas reducir sus niveles de estrés tan solo con modificar sus hábitos alimentarios: 5 comidas al día, incremento de frutas y verduras, reducción de azúcares, introducción de frutos secos…  Es cuestión de planteárselo y hacerlo, no diré que sea fácil pero tampoco es muy complicado. Generalmente es mejor avanzar de manera paulatina pero constante, algunos consejos sencillos pueden ser el de introducir una pieza de fruta en la media mañana y la media tarde, consumir el pan y la pasta integral, incluir algo de ensalada en cada comida, reducir las bebidas azucaradas y los estimulantes… y poco a poco vosotros mismos notaréis los resultados.

         No quisiera dejar de mencionar en este artículo que existen otras herramientas con las que podemos combatir el estrés, si bien ya hemos hablado de ellas en otras ocasiones, creo que no está de más que recordemos algunas, como por ejemplo el ejercicio aeróbico, que además de mejorar nuestro corazón también “mejora nuestro cerebro”, reduciendo el estrés y sus efectos negativos. El contacto con el entorno natural también nos descarga de tensiones, y un buen paseo junto al mar o en una zona boscosa nos ayudará a “recargar nuestras baterías”, y esto no es solo una percepción, sino que los estudios nos demuestran que es así, por tanto no dudéis en ponerlo en práctica siempre que podáis. Tampoco debemos de olvidarnos de otras actividades como la respiración abdominal, el yoga, la meditación,…  que aunque a algunos aún puedan resultarles extrañas son muy beneficiosas.

Figura 6. Es fundamental buscar momentos que nos relajen.

          Para finalizar quisiera invitaros a reservar un poco de tiempo para vosotros y los vuestros, es una poderosa arma contra el estrés en el corto y el largo plazo, por ejemplo con vuestros hobbies: cantar, bailar, leer… o simplemente viendo esa serie que tanto os hace reír, un largo baño, o una buena charla al final del día. Cada uno tenemos que encontrar nuestra particular válvula de escape, teniendo en cuenta que ésta no debe ser nunca en sí una misma fuente de estrés, pongamos de nuevo un ejemplo: una película violenta nos entretiene pero no nos  “desestresa”,  ya que, bien sea a nivel consciente o inconsciente, desencadenará en nuestro sistema endocrino respuestas de estrés. Es algo similar a lo que sucede cuando  en medio de una discusión nos ponemos a gritar, nos aplaca en el momento pero no arregla nada, sino que lo empeora, por eso debemos ser inteligentes a la hora de elegir esos mecanismos o situaciones con las que combatir el estrés.

         Volviendo al tema central de este artículo “La alimentación y el estrés”, he de confesaros que existen otros nutrientes que nos influyen, en ésta y otras emociones, pero como considero que la información es mejor transmitirla poco a poco, para que podamos asimilarla y sobre todo ponerla en práctica, he pensado que será mejor que los abordemos en el  siguiente artículo, con el que completaremos y ampliaremos nuestros conocimientos en este campo, tan determinante para  nuestra salud.


          Espero además que os hayáis entretenido, que no me haya extendido demasiado, y sobre todo que alguna de las cosas que os he contado puedan serviros de utilidad para mejorar un poco vuestra vida y vuestra  salud. Muchas gracias a todos, cuidaros y que tengáis un feliz trimestre, hasta que ACCU haga que nos reencontremos.




miércoles, 15 de enero de 2014

La crema Budwig

EL DESAYUNO DE REY: LA CREMA BUDWING

Han dado la vuelta al mundo las aportaciones de la Dra. C. Kousmine con la medicina biológica. Un lema característico para una alimentación sana es: desayuno de Rey, comida de Principe y cena de pobre.
La riqueza alimenticia y nutritiva de esta crema está completamente demostrada siendo uno de los pilares de la dieta aconsejada por la Doctora Kousmine.



CREMA "BUDWIG"

Mezclar:
  • 4 cucharaditas de yogur o requesón (>20% materia grasa).
  • 2 cucharaditas de aceite Biolinosol (lino más girasol).


Trabajar la combinación hasta obtener una mezcla cremosa (emulsión).

La emulsión debe ser completa, para lo cual el requesón (o yogur) y el aceite deben batirse con bastante vigor en un cuenco con un tenedor.



Añadir:
  • Zumo de 1/2 limón.
  • Un plátano bien maduro o una o dos cucharaditas de miel.
  • Una o dos cucharaditas de semillas de oleaginosas crudas (lino, girasol, sésamo,


    almendras, nueces o avellanas).
  • Dos cucharaditas de cereales integrales molidos.
  • Fruta fresca a elección.


jueves, 2 de enero de 2014

Enzimas digestivas; Por qué las necesitamos

   Las enzimas juegan en el organismo un papel esencial al convertir los alimentos en energía. La buena asimilación de los nutrientes no depende sólo de la dieta sino también de las enzimas digestivas disponibles. Ya sea porque la producción corporal de enzimas disminuye conforme envejecemos o por una alimentación deficiente, o al contrario, excesiva, que sobrepase la capacidad enzimática corporal, por un estilo de vida estresante o por enfermedad, éste déficit enzimático puede acabar comportando la aparición de diversas molestias digestivas que si se prolongan en el tiempo pueden llegar a desencadenar un estado de inflamación intestinal, malnutrición e incluso inducir ciertas sensibilidades alérgicas.

     Los alimentos de nuestra dieta, en su estado natural, sin procesar, aportan junto a sus nutrientes algunas enzimas específicas y necesarias por su propia y adecuada digestión. Pero las enzimas son extraordinariamente sensibles al calor, más aún que las vitaminas y cualquier procesamiento que implique someterlas a temperaturas por encima de 48ºC como la cocción, la pasteurización o el uso de microondas, las desnaturaliza e invalida. Por ello los alimentos que ingerimos resultan inútiles si no los podemos fragmentar y extraer de ellos sus vitaminas, minerales, lípidos y otros nutrientes para que puedan ser absorbidos y aprovechados por nuestro organismo.
Consecuentemente el cuerpo deberá aportar enzimas reservadas para otras funciones vitales, lo cual suele propiciar la consiguiente aparición de numerosos transtornos en la salud.


                                                             Usos terapéuticos

  • A nivel digestivo para mejorar las digestiones pesadas e incluso cuando se desee actuar en sinergia con prebióticos y probióticos, para mejorar los procesos de digestión y asimilación de nutrientes.
  • Ayudan a inhibir los procesos inflamatorios y favorecen la resorción de edemas, al degradar fragmentos celulares, mediadores de la inflamación y las moléculas proteicas que viajan por la sangre hacia los tejidos, propiciando edemas. Como complemento nutricional se han empleado tradicionalmente para aliviar los síntomas de afecciones inflamatorias varias.
  • Mejoran la fluidez de la sangre y la perfusión sanguínea ya que inhiben la agregación de las plaquetas e incrementan la fibrinolisis y por ello disminuyen la tendencia a la coagulación sanguínea y el riesgo de trombosis sin presentar efectos secundarios. Son útiles además en la recuperación y cicatrización en traumatismos y tras intervenciones quirúrgicas y en las vasculopatías (arteriosclerosis, venopatías y flebitis).
  • Aumentan la elasticidad de los glóbulos rojos, aceleran la degradación de los inmunocomplejos patógenos y estimulan la fagocitosis. En la artritis reumatoide, los enzimas lisan la fibrina que acumulan los inmunocomplejos tisulares y así pueden fragmentarlos y evacuarlos.
  • Colaboran en la regulación del sistema inmunitario.
  • Favorecen los procesos de depuración, puesto que activan la degradación de los complejos tóxicos.
  • Aumentan la permeabilidad de los tejidos a los antibióticos y refuerzan el terreno biológico frente a procesos degenerativos.
  • Los suplementos de enzimas pancreáticas (lipasa, amilasa, proteasa) se pueden emplear en la insuficiencia pancreática con síntomas de meteorismo abdominal (gases), dispepsia, presencia de alimentos no digeridos en las heces y mala absorción.

 Existen productos específicos en el mercado, como "Enzymas", de "Sura Vitasan" (http://www.hierbabuenadiet.com/hierbabuena/tienda-span-classcss-resaltarenzymas-span-digestivas_es_7-6369.php), que contienen una equilibrada y variada combinación de enzimas digestivas de plantas.

                                           Enzimas digestivas y su importancia:

Proteasa: Descomponen o cambian la composición de las proteínas o péptidos. Además de ser importantes para el proceso de la digestión y el metabolismo, se cree que algunas proteasas mejoran la inflamación y fortalecen el sistema inmunológico. Se encuentran naturalmente en ciertas frutas.
Una inadecuada digestión de las proteínas puede favorecer el desarrollo de trastornos de salud tales como alergias alimentarias, aumento de la permeabilidad intestinal, toxicidad e incluso psoriasis.

Papaína: Derivado de la papaya, digiere las proteínas inertes y por ello se utiliza mucho en la industria alimentaria como aditivo para ablandar la carne. Mejora la digestión en general y a menudo es útil en casos de fibrosis quística y en ciertas afecciones pancreáticas.

Amilasa: Rompe los carbohidratos. Está presente en la saliva e inicia el proceso bioquímico de la digestión. Existen 3 tipos de amilasas: la ptialina, la amilasa pancreática y la amilasa duodenal. La segregada por el páncreas rompe el depósito de glucógeno en glucosa, para aportar energía al organismo.

Lactasa: Desdobla la lactosa en galactosa y glucosa facilitando la digestión de productos lácteos. Se encuentra en el riñon, el hígado y en el mucosa intestinal.

Lipasa: Esencial para la digestión de las grasas (lípidos) convirtiéndolas en moléculas más pequeñas que podrán absorberse fácilmente en el intestino. En el organismo se encuentra en el páncreas, estómago, intestino delgado, tejido adiposo, plasma sanguíneo, y en los hematíes y leucocitos.
La lipasa pancreática es la principal encargada de la digestión de los triglicéridos alimentarios.
Como complemento la lipasa de origen vegetal (o fitolipasa) es apropiada para mantener los niveles óptimos de enzimas pancreáticos conforme se envejece. Puede aliviar el malestar abdominal que se produce tras la ingesta de alimentos grasos y mejorar los síntomas comunes de la indigestión (sensación de plenitud gástrica, flatulencia, distensión abdominal).
Mejora asimismo la absorción de vitaminas, minerales y nutrientes liposolubles y favorece la biosíntesis de vitaminas A, D, E y K.
También ayuda a evitar la pérdida de grasa en las heces (esteatorrea)

Celulasa: Hidroliza la celulosa, un carbohidrato que forma parte esencial de la pared celular de las plantas y que representa el compuesto orgánico más abundante de la naturaleza, transformándolo en betaglucosa, la fuente principal de energía del organismo, que al ser liberada lentamente, puede ayudar a mantener niveles óptimos de azúcar en sangre. El ser humano carece de esta enzima, pero muchos herbívoros como los rumiantes, pueden nutrirse de la celulosa del pasto al degradarla y digerirla.

Alfa-galactosidasa: Glicoproteína que hidroliza las glicoproteínas y glucolípidos que se encuentran en polisacáridos (almidón) que contienen alimentos como las judías y crucíferas como la col, el brócoli y la coliflor que no se descomponen de forma eficaz en el intestino y las particulas mal digeridas son alimento de bacterias que fermentan produciendo hidrógeno y gas (dióxido de carbono). El exceso de gas es responsable de la mayoría de las molestias abdominales que se sienten al consumir esta clase de alimentos.

Maltasa: Enzima de la saliva, los jugos gástricos e intestinales que descompone el disacárido maltosa en dos moléculas de glucosa en el curso de la digestión. También hidroliza la sacarosa. Es parte importante del proceso enzimático de la digestión efectiva de almidones y azúcares presentes en granos y otros alimentos vegetales. Es una de las enzimas más importantes de la digestión que puede ayudar en casos de diarrea crónica.

Peptizima: Disocia los péptidos de las proteínas. Es un antiinflamatorio natural.

Invertasa: Es una de las enzimas mejor conocidas. Hidroliza la sacarosa o azúcar común en glucosa y fructosa. A la mezcla de estos dos azúcares se le denomina "azúcar invertido" siendo su forma más común la miel, una forma sobresaturada de ambos azúcares.
La naturaleza nos la brinda comúnmente en la levadura de cerveza, y también se encuentra en el organismo de las abejas que la utilizan para fabricar miel a partir del néctar de las flores, en plantas y bacterias como las que pueblan el intestino humano. 
Permanece activa en un amplio rango de niveles de pH. Ofrece un apoyo antioxidante, ayuda en infecciones de las vías aéreas como agente antimicrobiano, impulsa el sistema inmunológico y defiende al estómago de la úlceras.

Pectinasa: Se encuentra comúnmente en frutas como las manzanas y los plátanos. Descompone la pectina, un tipo de fibra que forma la pared celular de muchos tipos de frutas y vegetales. En la industria alimentaria es muy usada como agente gelatinoso espesante de jaleas y mermeladas.
Como complemento, junto a la celulasa y la hemicelulosa ayuda en la digestión de alimentos vegetales incrementando su valor nutricional y probiótico. Promueve el crecimiento y la salud de la flora intestinal. Proporciona combustible para las células de la mucosa del colon.
Aumenta la digestibilidad y la absorción de los alimentos vegetales permitiendo un mejor acceso a sus nutrientes y minerales.

Glucoamilasa: Es un tipo específico de amilasa (enzima para la digestión del almidón de algunos alimentos vegetales más comunes que ingerimos) que se produce en la boca y en el páncreas pero también puede derivarse de fuentes no animales. Puede ser beneficiosa en casos de síndrome del intestino irritable, en algunas enfermedades autoinmunes e inflamación. 
Puede contribuir a equilibrar el azúcar en sangre y ayudar a disminuir la alergia a varios tipos de alimentos.

Hemicelulasa: Junto a la celulasa facilita la digestión de la fibra que se encuentra en las frutas y verduras.

Fitasa: Degrada el ácido fítico, la forma en que las plantas guardan el fósforo. Los animales monogástricos y el ser humano carecen de esta enzima importante para la absorción de minerales.


Bromelina: Enzima proteolítica de amplia especificidad, extraída de la piña tropical.
Tiene propiedades antiinflamatorias, antitrombóticas, antiedematosas (evita al retención de líquidos) y fibrinolíticas (deshace los coágulos). Se utiliza como suplemento nutricional útil en casos de alergias puesto que inhibe la liberación de mediadores inflamatorios, artritis y artrosis, en casos de gota (hiperuricemia), inflamación en general, en digestiones lentas, flatulencia y gases intestinales.
Mejora la digestión de las proteínas y la asimilación de otros nutrientes. Actúa como antioxidante en la arteriosclerosis, protegiendo la pared de los vasos sanguíneos. Protege al organismo contra la invasión de patógenos que debilitan el sistema inmunitario.
La sobrecarga de productos tóxicos y la función insuficiente de las enzimas de desintoxicación pueden desencadenar cefalea. Por ello también se emplea en las migrañas, para optimizar la función digestiva y potenciar los procesos de desintoxicación.
El médico naturópata Dr. Peter D´Adamo en su libro "Los grupos sanguíneos y la alimentación" (1998) relaciona las personas de grupo sanguíneo A, predominante entre los europeos occidentales, con un contenido de ácido gástrico más bajo, como adaptación de sus antepasados que sobrevivieron en las sociedades agrarias primitivas sobre la base de una dieta vegetariana. Es por ello que el autor recomienda un suplemento de bromelina para este grupo de población.

Información cedida por Sura Vitasan (www.suravitasan.com)
La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.


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