La oxidación es una reacción química por la cual se forman nuevos productos con propiedades diferentes. Durante esta reacción, el oxígeno se combina con otras sustancias, y se produce una transferencia de electrones de una sustancia a la molécula oxidada para mantener así su estabilidad. La oxidación produce radicales libres; moléculas con carga eléctrica que tienen un electrón no emparejado, inestables y con gran capacidad de dañar a las proteínas. Esto es importante porque las proteínas determinan las características físicas y químicas de las células y por tanto de los organismos, con el consiguiente posible daño en el ADN.
El organismo mantiene el equilibrio contrarrestando los efectos dañinos de los radicales libres con sustancias que funcionan como antioxidantes. Si el cuerpo no puede equilibrar y estabilizar adecuadamente los radicales libres, se produce una reacción en cadena que puede incluir problemas como:
- Muerte celular
- Envejecimiento: Las teorías actuales del envejecimiento desarrollan sus contenidos en base al deterioro del organismo a causa de los radicales libres, algunos de sus efectos serían las arrugas de la piel, la rigidez articular y el endurecimiento de las arterias.
- Daño en el ADN que contiene las instrucciones para la producción de las proteínas.
- Estrés oxidativo: El oxígeno es necesario para las funciones vitales del ser humano, pero es una molécula altamente reactiva. Este estrés oxidativo también puede estar provocado por factores externos como la polución del medio ambiente, el humo del tabaco, la radiación, étc.
- Enfermedad cardiaca.
- Enfermedad neurológica, étc.
Existen diferentes tipos de antioxidantes con diferentes objetivos. Hay una serie de nutrientes básicos que nuestro cuerpo necesita para realizar correctamente sus funciones y mantener un equilibrio adecuado. (Por ejemplo, la vitamina C, vitamina E, selenio, zinc, cisteína, glutation, coenzima Q10, manganeso, cobre, vitamina A, vitamina B2 o riboflavina, vitamina B3 o niacina, étc.) Estas sustancias deben ser obtenidas en principio de la alimentación. También pueden ser consumidas por medio de la suplementación.
Los antioxidantes se convierten en promotores de salud, regulando la proliferación celular, ayudando a mantener una salud ocular adecuada, una piel sana, retrasando el envejecimiento, ayudando a mantener una buena salud hepática (Recordemos que el hígado es el filtro del cuerpo), protegiendo el tejido pulmonar, étc.
Hay que tener en cuenta que el estilo de vida actual y la alimentación inadecuada propia de nuestro tiempo requieren de un aporte mayor de antioxidantes.
La ingesta de antioxidantes debe hacerse de forma adecuada, suministrándolos en el momento correspondiente para facilitar su absorción y evitar posibles efectos no deseados. Por ejemplo, el zinc debe tomarse con comidas principales en caso de sensibilidad estomacal.
En caso de tomar como fuentes de antioxidantes los alimentos, se debe seguir el orden de la naturaleza, es decir, tomar frutas y verduras de temporada en una ingesta variada buscando el equilibrio y la sinergia de los nutrientes. hacerlo de otro modo sería inadecuado, más que contraindicado. En caso de embarazo, diabetes, procesos tumorales, étc., lo mejor es buscar asesoramiento profesional.
La etapa de la vida y la situación personal (estilo de vida, alimentación...) en la que uno se encuentre determina la necesidad de antioxidantes. Lo ideal sería tomarlos de manera combinada, e ir alternando los diferentes grupos de antioxidantes para cubrir las necesidades particulares del organismo en cada caso particular.
Información cedida por "Solgar España", a partir de un artículo de Belén Martín Santos, especialista en nutrición ortomolecular.
La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.