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jueves, 11 de diciembre de 2014

Arcilla, los beneficios de la tierra.

Entre todos los dones que la Naturaleza ha puesto a nuestro alcance destaca la tierra que pisamos cada día, cuyos misterios y riquezas desconocemos en gran medida. Estas capacidades aprovechadas por el hombre desde tiempos remotos, han caído en el olvido en una era de cientifismo exclusivista, en el que la evolución y el desarrollo de la medicina nos han hecho renegar de los remedios que la Naturaleza nos ofrece de manera espontánea y natural desde el principio de los tiempos. El empleo de la arcilla se conoce desde hace siglos, en todas las épocas y continentes, para curar todo tipo de enfermedades, heridas, afecciones de la piel y problemas inflamatorios.

El efecto terapeútico del barro se debe a su poder refrescante, antiinflamatorio, descongestionante, absorbente, calmante y antibacteriológico. Es un poderoso desinfectante, además de poseer un gran potencial de absorción y adsorción.

Las arcillas poseen numerosos minerales, oligoelementos y catalizadores. El conocimiento de su uso se remonta a dos siglos antes de Cristo en los manuscritos de Dioscórides, en la Edad Media los escritos de Abate Kneipp y en la actualidad, científicos de la categoría del Prof. Laborde y Graese, de la Facultad de Farmacia de Estrasburgo corroboran las excelentes propiedades curativas de la arcilla.

Hay tres tipos de arcilla básicos:

La arcilla verde: Es la montmorillonita o bentonita, muy rica en magnesio, además de contener silicio, potasio, sosa, sal y fosfatos. También contiene óxidos de hierro, aluminio, manganeso, magnesio y titanio. Es desintoxicante, remineralizante y absorbente.

La variedad más cálcica, la illita, se utiliza para absorber residuos e impurezas de la piel, y aplicada en forma de cataplasmas para traumatismos y contusiones. Es la más utilizada por su riqueza en oligoelementos y su gran poder absorbente.



La arcilla blanca: Se suele utilizar internamente, en forma de leche de arcilla, por su capacidad de proteger la mucosa gástrica. Su acción es antibacteriana, antiinflamatoria y cicatrizante. Absorbe las toxinas, lo que la hace útil
ante intoxicaciones alimentarias. Ayuda a combatir el estreñimiento y también regula el pH. En uso externo puede aplicarse en forma de cataplasmas y mascarillas.

Otro tipo de arcilla interna es la Bentonita, de color ligeramente verdoso y gran poder detoxificante. La razón fundamental del poder de atracción de la bentonita es su carga negativa, ya que la mayoría de las toxinas de nuestro organismo tienen carga positiva. Por este motivo, puede adsober infinidad de sustancias tóxicas como impurezas, bacterias, xenobióticos, plaguicidas, agentes patógenos, parásitos, etc. No puede ser absorbida por el organismo, por lo que su toxicidad es nula y no produce efectos secundarios.



La arcilla roja: El color rojo se debe a un mayor contenido de óxidos e hidróxidos de hierro, por su contenido en silicato de aluminio actúa como antiácido. La atapulgila, variedad de arcilla roja que también
puede ser blanca o verde, es muy utilizada por su fuerte poder absorbente, en curas gástricas, úlceras de estómago, colitis y gastritis.



Todas las arcillas contienen en su bioquímica los minerales y oligoelementos indispensables para todo ser vivo, desempeñado importantes funciones en el cuerpo. La arcilla aporta sílice, magnesio, calcio, sodio, potasio, manganeso, hierro, zinc, selenio y litio.

Información cedida por "Natur Import", " Nutergia" y "Bellsolá".

Este artículo tiene carácter meramente informativo. Ante cualquier duda, siempre es preferible consultar a su terapeuta, medico o profesional de la salud.

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