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jueves, 3 de agosto de 2017

¿Intolerante a la lactosa?

La intolerancia a la lactosa es un problema de salud que, según la Fundación española del Aparato Digestivo, afecta a una de cada tres personas en nuestro país y muchas de ellas, están sin diagnosticar.


¿Por qué se produce la intolerancia a la lactosa?

La lactosa es un azúcar presente en la leche. Es una molécula imprescindible para que nuestro organismo puede obtener energía y, además, facilita la absorción de otras sustancias, como el calcio, la vitamina D, la vitamina B2, el magnesio o algunas proteínas.

La lactasa es la enzima que se encarga de "romper" la molécula de la lactosa en dos componentes básicos para que puedan ser absorbidos por la pared intestinal y pasar a la sangre. Cuando no hay suficiente enzima lactasa en el intestino delgado para romper toda la lactosa es cuando se producen los problemas de intolerancia.


¿Cuáles son los síntomas?

Dolor, espasmos digestivos, gases, ruidos intestinales, náuseas o vómitos, son algunos de los síntomas que provoca la intolerancia a la lactosa. Al fermentar, los azúcares que no han sido digeridos forman ácidos y gases que ocasionan molestias a lo largo de todo el tubo digestivo.

Además, la alta concentración de lactosa arrastra líquido hacia el intestino delgado, provocando diarreas. En algunas personas, si la diarrea es aguda impide una adecuada absorción de determinados nutrientes con demasiada rapidez.
Con el tiempo, pueden aparecer otros síntomas com cansancio, pérdida de peso, retraso del crecimiento, niveles de hierro bajos, mareos, pérdida de concentración, dolor muscular, úlceras bucales, etc...


¿Qué tipos de intolerancia existen?

Intolerancia primaria (genética e incurable)
Es la más común. Se debe a la pérdida progresiva de la producción de lactasa, con lo que las personas que la padecen van notando cómo la ingesta de leche cada vez les causa más síntomas.

Intolerancia secundaria (temporal y curable)
La causa una determinada patología que daña el instestino delgado (gastroenteritis, toma de determinados medicamentos, colon irritable, etc...). Se suele corregir una vez que se soluciona el problema que lo origina, ya que la mucosa intestinal se puede regenerar.

Intolerancia congénita (de nacimiento e incurable)
Es una forma muy rara de intolerancia que implica la ausencia completa de la producción de lactasa. Hay muy pocos casos en el mundo.


¿Todas las personas sufren el mismo grado de intolerancia?

Hay personas que no muestran síntomas de toda su vida si no sobrepasan una determinada cantidad de lactosa al día. Asi, hay quienes toleran perfectamente los quesos (que contienen muy poca lactosa si son curados) o los yogures (donde gracias a sus bacterias parte de la lactosa se ha convertido en ácido láctico).
Algunas personas pueden digerir sin síntomas hasta 12g de lactosa (equivalente a un vaso de leche), sin embargo, otras pueden tener efectos adversos con simples trazas.


¿Qué hago si tengo intolerancia a la lactosa?


  • Cambia tu dieta. Evita los alimentos que contienen lactosa, principalmente productos lácteos. Las bebidas vegetales son una buenísima alternativa para desayunos, meriendas o la elaboración de batidos.


  • Es conveniente ingerir alimentos ricos en calcio como espinacas, tofu, judías, brócoli, col, etc...


  • El no consumir lácteos puede provocar insuficiencia de calcio, vitamina D, vitamina B2, vitamina A y proteínas. Si no se corrige con la dieta, es aconsejable tomar suplementos nutricionales que eviten dichas carencias.


  • Exponte moderadamente al sol para favorecer la absorción de vitamina D.


  • Detente a leer correctamente el etiquetado de los alimentos. Hay muchos a los que se les agregan lácteos en su proceso de elaboración en forma de suero, fermentos lácticos o proteínas en cantidades muy variables. 
    Mantente alerta con panes, cereales para desayunos, sopas, puddings, croquetas, pizzas, embutidos, platos precocinados, margarinas, salsas o golosinas. La lactosa también se puede encontrar como excipiente en algunos medicamentos.


  • En cualquier caso, existen días en los que hay que buscar otras alternativas. Si vas a comer fuera de casa y no estás seguro de si los platos contienen lactosa, si vas a una celebración, un cumpleaños en el caso de los niños, o simplemente te quieres dar un capricho, puedes recurrir a los comprimidos de lactasa. Debes tomarlos justo antes de ingerir un alimento que pueda contener lactosa.


Información facilitada por Soria Natural

La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.


jueves, 5 de mayo de 2016

Papaya, la fruta multiusos

Mejora la digestión, refuerza las defensas contra la gripe, es un potente antioxidante y mantiene el vientre plano..., un prodigio de la naturaleza para mantener la salud que en los últimos años no para de incrementar su popularidad.


Las muchas virtudes de la papaya la han convertido en una gran aliada de nuestra salud: cuida el aparato digestivo, es inmunoestimulante, nos protege de los nocivos radicales libres y nos ayuda a estar delgados.
Además recientemente se ha descubierto que si se toma verde y fermentada sus beneficios se multiplican. En este artículo os desvelamos todos sus secretos.


Un árbol saludable

El árbol productor de la papaya, al que se conoce como papayo o mamón (Carica papaya), es una especie que mide entre 2 y 9 metros de altura. Su tronco es recto, frágil y muy esponjoso, pudiendo alcanzar en la parte más gruesa los 30 centímetros de diámetro. A diferencia de la mayoría de los árboles, el papayo no se ramifica, sino que muestra un tronco recto, y en su parte más alta crece un penacho de hojas palmeadas, muy parecidas a las de la higuera, bajo las cuales nacen y crecen sus frutos.

Otra de las peculiaridades características del papayo es vida reproductiva, ya que existen pies (árboles) que sólo desarrollan flores masculinas o flores femeninas, dando lugar a pies macho o hembra, pero también hay árboles en los cuales crecen al mismo tiempo flores masculinas y femeninas e, incluso, variedades que producen flores hermafroditas. 

Su origen no está muy claro; hay autores que lo ubican en Perú, y otros en Centroamérica. De todos modos, en la actualidad, este árbol crece en zonas tropicales e intertropicales de todo el mundo (América, Asia y África) e, incluso, en algunas zonas europeas.
Del papayo se aprovecha todo. Las semillas de sus frutos poseen principios activos que ayudan a estimular el sistema inmunitario y poseen actividad antiparasitaria. Algunos estudios apuntan a que podrían ejercer cierto efecto anticonceptivo en animales macho.

Los extractos de la raíz tienen actividad diurética y, en algunas medicinas populares, se emplea como anticonceptivo femenino combinado con otras plantas.

En cuanto a las hojas, el tronco y los frutos, son ricos en un látex que, al ser desecado, constituye lo que se denomina la papaína bruta, la cual está formada por una mezcla de enzimas proteolíticas. A pesar de que toda la planta es rica en este látex, lo mejor es extraerlo de los frutos cuando aún son verdes y tienen mayor concentración. 


Un fruto rico y nutritivo

La papaya es un fruto de forma ovalada, muy parecido a la pera, pero de mucho mayor tamaño. Puede pesar de 200 gramos a 8 kilos. Al madurar se vuelve amarilla y al cortarla se asemeja al melón, mostrando unas semillas negras y redondas, y una pulpa rojiza cuya textura recuerda al aguacate, pero con sabor entre melón y melocotón. A nivel nutricional, se trata de un fruto sabroso y poco calórico, especialmente rico en vitamina C, vitaminas del grupo B, carotenoides, glúcidos y sales minerales (potasio), pero sobre todo destaca por su riqueza en enzimas proteolíticas (papaína y quimopapaína, entre otras). 
La papaya se suele consumir en forma de macedonias, batidos, zumos, postres y dulces.

Facilita la digestión

La papaya ayuda a mejorar la digestibilidad de los alimentos ricos en grasas y en hidratos de carbono pero, sobre todo, de los alimentos ricos en proteínas gracias precisamente a su contenido en papaína y quimopapaína, dos enzimas proteolíticas. Estas dos  enzimas propician la fragmentación de las proteínas y facilitan la digestión, al mismo tiempo que ayudan a reducir las fermentaciones intestinales. 
Esta acción resulta especialmente útil para aquellas personas con tendencia a tener digestiones pesadas, sobre todo cuando se exceden con la comida. 
También puede ayudar mucho a quienes padecen afecciones digestivas como gastritis, colitis o estreñimiento. 
Como digestivo, la papaya combina a la perfección con la piña.

Fortalece las defensas 

Para defenderse de gripes y resfriados, nuestro sistema inmunitario utiliza células y moléculas que neutralizan o destruyen las sustancias y organismos extraños que los provocan. La papaya verde fermentada ha mostrado en varios estudios ser una excelente aliada de nuestro sistema inmunológico, porque favorece la activación de células defensivas como los macrófagos, linfocitos, y las células NK (células asesinas o natural killer). Además, potencia la producción de interferones, una moléculas inmunitarias que ayudan a combatir las infecciones.

A este efecto estimulante de nuestras defensas, debemos añadir que la pulpa de la papaya ha mostrado poseer un efecto bacteriostático frente a diversos microorganismos, siendo una ayuda añadida para combatir algunas infecciones.

Es un potente antioxidante

Enfermedades neurodegenerativas, cáncer, envejecimiento, enfermedades autoinmunes...
Se trata de un grupo de dolencias que se ven favorecidas por el estrés oxidativo que todo experimentamos de modo natural, pero que muchas veces aumenta al exponernos a agentes contaminantes como el sol, el estrés o una mala alimentación. 

En los últimos años se han publicado varios estudios en los que se ha observado que la papaya verde es una excelente arma contra los radicales libres, ya que potencia la actividad de la SOD (superóxido dismutasa), una de nuestras enzimas antioxidantes; ayuda a neutralizar uno de los radicales libres más peligrosos para nuestra salud, el radical hidroxilo, y contribuye a prevenir la oxidación de nuestros lípidos ayudando, entre otras cosas, a retrasar el envejecimiento.

Protege la piel

Gracias a su actividad bacteriostática y proteolítica, la papaya puede ser utilizada en forma de cataplasmas para ayudar a cicatrizar quemaduras y heridas. También es bastante extenso su uso en cremas y mascarillas caseras, pues favorece la eliminación de células muertas de nuestro rostro y proporciona una mayor luminosidad.

Mejor verde y fermentada

En los últimos años la papaya verde fermentada no ha parado de incrementar su popularidad. Suele comercializarse en forma de jarabe y es el resultado de fermentar el zumo obtenido de papayas que aún no han madurado, con lo que se consigue mejorar y potenciar las muchas virtudes de esta fruta. 

Al tratarse del zumo de los frutos más verdes, se garantiza una mayor concentración de los principios activos que nos interesan, es decir, sus componentes antioxidantes y sus enzimas proteolíticas (papaína y otras), principios activos que, a medida que la fruta madura, van desapareciendo. 
Además, el proceso de fermentación propicia la aparición de compuestos que ayudan a estimular la actividad del sistema inmune y a vitalizar nuestras defensas antioxidantes, protegiéndonos del estrés oxidativo y de sus consecuencias.


Información cedida por Santiveri
Guadalupe Jiménez


La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.

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