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jueves, 3 de diciembre de 2015

Caminar bien para evitar las patologías articulares.

"Caminar mal" puede ser el origen de múltiples dolores y degeneración articulares. La buena noticia: fácilmente podemos aprender a caminar con buen porte y obtener los mejores beneficios.

El esteópata Jacques Alain Lachant, en su libro La marche qui soigne, desvela cómo un error en el mecanismo en nuestra manera de "mal caminar" puede originar dolores y degeneración articulares. De su experiencia terapéutica de más de treinta años cuenta como, fácilmente, se puede aprender a caminar con buen porte, función que alivia las articulaciones, puede hacer que disminuya el dolor articular y reduce los riesgos de caída en personas adultas. Lachant también invita a adoptar una nueva manera de caminar por la vida.

En efecto, los problemas posturales y las patologías articulares pueden estar ligadas a un andar incorrecto: las dorsalgias, lumbalgias y cervicalgias crónicas, los dolores crónicos de espalda, las coxartrosis, las artrosis femorotibiales y de rótula, numerosas patologías de inestabilidad del tobillo y de los pies, torceduras frecuentes y caídas, insuficiencia venosa profunda del conjunto pie-tobillo y del total de los miembros inferiores...

También se manifiestan problemas psicosomáticos por caminar de forma incorrecta; es como si nuestra manera de andar influenciase en nuestra manera de hacerlo por la vida.
Aunque se supone que la motricidad es una actividad innata, a andar bien se aprende. Esto significa que los malos hábitos se adquieren desde la más tierna edad, incluso desde los primeros instantes. Si la motricidad se establece en la infancia hacia los 6 o 7 años, en realidad este proceso ya se inicia en el útero: los movimientos de los miembros del feto a partir del quinto mes de embarazo marcan el inicio de la conciencia sobre los mismos.

Podemos incluso, involuntariamente, inducir posiciones incorrectas a los bebés. Por ejemplo, sujetándolo mal y de forma incorrecta, tomándolo por debajo de los brazos, y no por la base, que es el sacro...
En las guarderías y en las escuelas, se distinguen muy rápidamente los pequeños que tienen una motricidad satisfactoria y relajada, de los niños cuya motricidad está inhibida: su tono está reducido, la verticalidad es insuficiente, hay rigidez de los miembros superiores o incluso defectos posturales...
Y los malos hábitos posturales y motores pueden también ser inducidos por mimetismo con las posturas de los padres.



Qué caracteriza un andar correcto
Las presiones y las compresiones articulares y musculares que le imponemos al cuerpo se acentúan con una forma incorrecta de caminar. Todo sucedo como si llevásemos o acarreásemos una pesada carga. Demasiados músculos de los miembros inferiores, superiores y dorsales son inconscientemente contraídos en permanencia.

Este estado de tensión se traduce también en un excesivo cansancio y la sensación de pesadez. Pero... ¿Como se da uno cuenta de que anda mal? Cada caso es particular, ya que los desórdenes del andar, la posición del cuerpo y la aparición de los problemas óseo-musculares y la degeneración articular provienen de la historia personal de cada persona. Pero hay indicios, como cuando la pelvis se posiciona atrás del tronco y del abdomen, cuando un brazo no se balancea más y se queda pegado al cuerpo, cuando se da un talonazo demasiado sonoro, cuando el tronco de ambos brazos que inmóvil en los movimientos. 

Si la pelvis no está tónica, con el tiempo esta posición incorrecta llega a fragilizar las lumbares. De la misma forma, un apoyo incorrecto sobre la planta de los pies genera tensiones articulares por compensación (entonces el cuerpo hace todo lo que puede para guardar el equilibrio, incluso con apoyos incorrectos, haciendo que la impulsión motora se vuelva patógena).

¿Como desarrollar entonces un andar correcto, sano y de buen porte? Se aprende a caminar bien a partir de 4 grandes ejes:

  1. Iniciar una marcha por tracción: la iniciamos con un movimiento a partir de la rodilla, extendemos una pierna hacia adelantes, nos apoyamos, tiramos de la pierna de atrás para que pase hacia adelante y así sucesivamente.
    Para realizar el movimiento de propulsión será la pierna de atrás la que inicie el movimiento.
    Es mejor iniciar el primer movimiento del paso impulsando sobre un pie para poder lanzar la pierna opuesta, que tirar de la pierna anterior para colocar la pierna atrás.
    Este tipo de propulsión mejora las articulaciones, descansa la piernas y facilita el anclaje y el apoyo de los pies, lo que tiene una incidencia directa en el riesgo de caídas. Esta forma de caminar procura una mejor sensación de verticalidad, que ayuda a mantenerse derecho sin tensión.
  2. Tener un buen tono pélvico-abdominal es lo mejor para iniciar un caminar sano. Este tono básico no tiene ninguna relación con la fuerza muscular de la cintura abdominal. Está implicado en el hecho de sostenernos en una correcta verticalidad en posición sentada, evitando que nos apoyemos pasivamente sobre el raquis lumbar y el sacro. 
    Esta implicación y una buena tonificación de base permiten modificar inmediatamente y con precisión la posición de pie, y globalizan el apoyo y el reparto de los puntos de apoyo en el conjunto del arco plantar. El conjunto del tono de la base abdominal y de la presencia del juego de los dedos estimulan el reflejo de levantar la vista, un proceso fundamental para la prevención de las caídas.
  3. Al caminar es importante el movimiento natural de balancear el busto moviendo las manos. Al extenderlas se amplía el trabajo de propulsión de las piernas, aligerando su esfuerzo. La conciencia de la presencia de las dos manos nos permite percibir el espacio en su totalidad y se asocia a la sensación de ligereza que se concibe cuando se tiene una andadura bien portante.
  4. La importancia de la mirada. Muchos informes indican que una enorme mayoría de las personas adultas que sufren caídas frecuentes, tienen por costumbre no mirar más que un solo punto de su campo de visión cuando caminan. Haciendo esto no proporcionan suficiente información al cuerpo sobre su entorno (los baches, cruces, esquinas...) Existe una "fórmula tónica ojo-manos-pies" que asegura la armonía y un buen tono global del cuerpo al caminar.

Otros beneficios
Un andar con buen porte es un andar en el que la persona se siente "llevada" de los pies a la cabeza, en un movimiento fluido, armónico, como en un swing. En estos movimientos precisos, las sensaciones cambian, la persona cambia considerablemente: su mirada se eleva y su campo de visión se aleja, y sus movimientos se perciben con gran elegancia y ligereza. Además, los pensamientos negativos parecen imposibles, pues éstos son armoniosos.

Pero además, el hecho de adoptar un buen porte conlleva un aspecto psicológico que hay que tener en cuenta: la importancia de sentirnos bien con nuestro cuerpo, en el marco de un movimiento armonioso, con buen anclaje y dinamismo, cambia profundamente la percepción que tenemos de nosotros mismos y desarrolla un efecto positivo en nuestras relaciones, ya que ponemos fin a un sentimiento de inseguridad que nos frena y nos reprime.

El sentimiento de seguridad debe arraigarse hasta lo más profundo de nuestra piel, para poner fin a un sentimiento intelectual y psíquicamente errático. Y es que un andar con buen porte nos ayuda a situarnos en la vida.


Información cedida por A. Vogel

La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.

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