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jueves, 2 de junio de 2016

Aparato digestivo. La central transformadora de alimentos.

Si como dicen "somos lo que comemos" y los alimentos, para sernos útiles, deben ser transformados por el aparato digestivo, tener una buena digestión es fundamental para que el resto del organismo funcione bien.
Por tanto adquirir unos buenos hábitos dietéticos desde edad temprana y asegurar la dosis mínima de los nutrientes que facilitan el proceso digestivo es la mejor garantía de bienestar.


Si comparásemos al ser humano con un árbol, podríamos decir que las distintas partes que componen nuestro sistema digestivo son como las raíces de donde extraemos aquello que nos nutre. 
Es decir, somo un tipo de seres vivos que nos llevamos nuestras raíces a todas partes.
La digestión es un proceso por el que obtenemos nutrientes de los alimentos que ingerimos gracias a unos eficaces jugos digestivos que se encargan de descomponerlos.

Siguiendo con las analogías, y para comprender mejor las funciones de los diferentes nutrientes, podríamos comparar nuestra máquina corporal con un automóvil, de forma que nuestro organismo dispondría de:

  • Nutrientes que nos facilitan la energía: hidratos de carbono (azúcares) y grasas.
  • Nutrientes que nos facilitan las piezas de la carrocería o de reparación: las proteínas.
  • Nutrientes catalíticos y enzimáticos (la batería del "coche"): vitaminas, minerales, oligoelementos, enzimas, etc.

Más allá del estómago

Aunque cuando nos referimos a él nos tocamos o señalamos tan solo la zona abdominal, lo cierto es que el sistema digestivo abarca mucho más y es mucho más complejo, ya que va de la boca al ano, pasando por el esófago, el estómago y el intestino delgado y grueso. Pero, además, para que funcione bien necesita de una glándulas, llamadas anejas, que son esenciales para el correcto proceso digestivo. Nos estamos refiriendo al hígado/vesícula biliar, por un lado, y al páncreas, por otro.

Pero incluso la digestión no es tan sólo bioquímica, sino que también incluye el equilibrio nervioso, en ella intervienen neurotransmisores como la serotonina que regulan el tránsito intestinal o el endocrino y hormonas como la somatostanina digestiva, la colecistoquinina biliar o la insulina pancreática...
Por tanto, nos encontramos con un proceso multisistémico en el que basta con que falle uno de sus engranajes para que todo o parte vaya mal. Veamos cómo cuidarlo en su totalidad con la terapia nutricional.


Aftas bucales
Son pequeñas úlceras en la boca y/o la lengua que pueden llegar a ser muy molestas y dolorosas y que, además, podrían cronificarse. Las aftas suelen aparecer cuando se producen bajones en el sistema inmunitario,generalmente tras abuso de antibióticos o de fármacos que empobrecen nuestras reservas de minerales y vitaminas.
También pueden ser indicio de que existe alergia al gluten y/o alguna intolerancia alimentaria. Por tanto, si son frecuentes, se recomienda hacer las analíticas preceptivas.

Qué te conviene:
  • Limpiar con regularidad la boca y la dentadura utilizando un elixir biológico.
  • Aplicar látex de drago o "sangre de drago" (Croton lecheleri) en la zona a ligeros toques.
  • Seguir una dieta baja en proteínas de origen animal y que contenga sólo cereales integrales como arroz, trigo sarraceno y quínoa.
  • No tomar quesos fermentados o cocinados, nueces, miel, azúcar o chocolate. En los niños, suprimir además la col, embutidos, la pastelería y los crustáceos.
Complementos nutricionales recomendados:
  • Vitamina C y todo el complejo B
  • Antioxidantes mayores: selenio y vitaminas A, C y E
  • Un complejo vitamínico-mineral de amplio espectro
  • Probióticos de alta calidad para rehacer la microbiota intestinal, generalmente muy afectada. Tomar 1 cápsula o vial de un probiótico una o dos veces al día lejos de las comidas.
  • El aminoácido lisina ayuda a descronificar esta molesta afección. Se recomienda tomar unos 1.000 mg tres veces al día con agua antes de las comidas.


Digestiones pesadas
Pueden tener un origen muy diverso, pero entre sus principales causas están la debilidad congénita (genética), la ingesta de alimentos inapropiados, incompatibilidades alimentarias, falta en la secreción de enzimas digestivas, y, por último, y más importante, los excesos alimentarios ("de grandes comidas y grandes cenas están las tumbas llenas", reza la sabiduría popular).

Qué te conviene:
  • Seguir una alimentación correcta es esencial para mejorar las digestiones. Las nuevas corrientes señalan que debe evitarse el exceso de alimentos grasos o concentrados (proteínas animales, pastelería, etc.), las xantinas (café y té negro), las especias irritantes, los encurtidos y el alcohol.
  • Repartir la ración diaria de alimentos en pequeñas cantidades, de forma que comamos cuatro o cinco veces al día, en lugar de hacer tres grandes comidas.
  • Respetar los horarios, especialmente en la cena, que debería realizarse al menos 3 horas antes de dormir.
  • Tomar comidas más digestibles, sobre todo en la cena (hervidos, purés y sopas), especialmente en invierno.
Complementos nutricionales recomendados:
  • Si la causa son los excesos alimentarios, hay que ajustarse a los hábitos dietéticos señalados.
  • Cuando el problema es la escasez en la secreción de enzimas, se puede tomar un suplemento dietético que contenga enzimas digestivas naturales de piña (bromelaína), papaya (papaína) o kiwi (actinidina).
  • En todos los casos, si los síntomas de pesadez digestiva son frecuentes, se puede probar a respetar las reglas de la incompatibilidades alimentarias y comprobar si hay mejoría.*(consultar al final del artículo)
  • En la mayoría de casos también resulta recomendable el uso de plantas o especias eupépticas como ajedrea (Satureia hortensis), albahaca (Ocinum basilicum), estragón (Artemisia dracunculus), verbena (Verbena officinalis) o genciana (Gentiana lutea). Hay preparados en perlas, extractos o cápsulas que combinan estas plantas y pueden tomarse después de cada comida.

Ardores y úlceras
La acidez se presenta cuando parte del contenido ácido del estómago es regurgitado hacia el esófago, produciendo una sensación de ardor o quemazón en la boca del estómago. 
Casi un tercio de la población experimenta acidez en algún momento de su vida y aparece frecuentemente poco después de comer y al acostarse. La sensación de ardor puede irradiarse hacia arriba del pecho como una ola. Algunas personas se quejan de un gusto amargo en la garganta o la boca. Pueden despertarse con la boca llena de un líquido salado o con un ataque de tos.
Las principales causas de ardores y úlceras residen en estrés físico, laboral o emocional; excesos alimentarios y comidas inapropiadas y la posibilidad de infección por Helicobacter pylori.

Qué hacer:
  • Determinar si tienes alergias e intolerancias alimentarias a uno o varios alimentos.
  • Comprobar el nivel de ferritina en la sangre, a través de un análisis, para descartar posibles pérdidas de sangre ocultas en las heces provocadas por las úlceras.
  • En caso de síntomas crónicos, consultar con un médico o terapeuta competente.
Que te conviene:
  • Masticar muy bien los alimentos siguiendo el consejo de los naturistas decanos: "Bebe tu comida y come tu bebida".
  • Evitar tomar alimentos muy calientes y muy ácidos.
  • Eliminar azúcares, grasas animales, lácteos animales, café, té, alcohol, tabaco y aspirina.
  • Aumentar la cantidad de fibra en la dieta.
  • No comer cuando se esté disgustado o nervioso.
  • Tomar tres vasos al día, entre comidas, de un licuado preparado con brócoli, patata y manzana, o bien de zumo de col con patata crudos.
Complementos nutricionales recomendados:
  • Própolis: es un gran remedio de defensa y de cicatrización gástrica.
  • Jugo de áloe vera antes de las comidas o entre comidas, porque combate la acidez y es cicatrizante.
  • Semillas de lino remojadas. Sus mucílagos suavizan la mucosa gástrica.
  • Tomar algún suplemento dietético que contenga enzimas digestivas de piña, papaya o kiwi (bromelaína, papaína y actinidina).
  • El carbonato de magnesio, tomado después de cada comida.
  • También se puede recurrir a complementos alimenticios a base de plantas antiulcerosas como regaliz (Glycyrrhiza glabra) o rabo de gato (Sideritis angustifolia), tomadas en cápsulas, perlas o extractos.

Gastritis aguda y crónica
Se trata de la inflamación de la mucosa del estómago que puede pasar de los síntomas agudos a la afección crónica. La persona que la sufre manifiesta un dolor difuso en la zona gástrica y puede presentar náuseas, eructos, vómitos y mal sabor de boca.
Las causas de la gastritis pueden ser los excesos alimentarios continuados, una mala masticación o la toma habitual de tóxicos como el alcohol, el café o el tabaco. Existen otras causas menos habituales, como tragar pus (esto sucede especialmente en el caso de niños que han sufrido anginas reiteradamente), ingesta de productos tóxicos (lejia, por ejemplo) o exceso de acidez gástrica.
También hay gastritis asociadas a otras patologías, como las de pulmón, vesícula biliar, diabetes, cirrosis hepática y uremia.

Qué te conviene:
  • Reducir las grasas de la dieta.
  • Eliminar el azúcar porque aumenta el ácido gástrico e irrita las mucosas del esófago y el estómago.
  • Evitar el alcohol, café, té, chocolate y menta, ya que no facilitan el cierre del esfínter esofágico.
  • Tomar licuados de patata y col o de brócoli con patata y manzana recién exprimidos (3 vasos al día lejos de las comidas).
  • Comer pausadamente, masticar muy bien, cuidar la dentadura.
  • Correcta gestión del estrés.
  • Vigilar el equilibrio ácido-base que debería situarse alrededor de 7,2 y 7,8 de pH. Para comprobarlo, se pueden usar unas tiras reactivas que miden la acidez urinaria y que se venden en farmacias. La mejor medida, las más "expresiva" de nuestra acidez/alcalinidad urinarias, es la de la segunda orina de la mañana.

Complementos nutricionales recomendados:
  • Jugo de áloe vera: calma el estómago y tiene un efecto cicatrizante.
  • Própolis: sus propiedades calmantes y antibióticas son un verdadero escudo protector de la mucosa.
  • Enzimas digestivas, especialmente de piña y papaya o kiwi (bromelaína, papaína, y actinidina), tomadas preferentemente media hora antes de las comidas o junto con ellas.
  • Prebióticos: fructooligosacáridos (GOS). Son un tipo de hidratos de carbono que nuestro intestino no puede digerir, y tienen la capacidad de modificar de forma selectiva la flora intestinal, ya que son utilizados por los probióticos como sustrato alimenticio.
  • Posible complementación con el complejo B a dosis de hasta 50 mg tres veces al día con las comidas.
  • Incluir un suplemento de calcio y de magnesio en una proporción de 2 partes de calcio por 1 de magnesio, que es la relación habitual en terapia ortomolecular. Tomar un suplemento de potasio también puede ayudar a tamponar los excesos de acidez, movilizando minerales que neutralizan reacciones de acidificación.


* Reglas de incompatibilidad
No mezcles en las mismas comidas:
  • Proteínas con frutas, féculas, legumbres y harinosos (por ejemplo, pan y fruta)
  • Hortalizas con frutas ácidas, semiácidas y dulces (por ejemplo, hortalizas al vapor y fruta ácida)
  • Féculas, legumbres y harinas con frutas ácidas (cítricos, fresas, cirules, piña...) Por ejemplo, judías estofadas y fruta.

Sólo son semicompatibles:
  • Frutas entre sí con algún lactofermentado (tipo yogur o kéfir siempre que se tolere la leche animal)

Compatibilidades recomendadas:
  • Hortalizas y verduras con proteínas todas ellas con grasas. Por ejemplo, hortalizas al vapor y aceite vegetal de primera presión en frío; pescado con aceite vegetal de primera presión en frío.
  • Hortalizas y verduras con féculas, legumbres y harinas con grasas. Por ejemplo, hortalizas al vapor o patatas y aceite vegetal de primera presión en frío.
  • Féculas, legumbres y harinas grasas. Por ejemplo, judías con aceite vegetal de primera presión en frío.


Enric Ser
Terapeuta nutricional



La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.


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