Internet es una herramienta de aprendizaje para los niños, pero hay mucho contenido que resulta inadecuado para ellos. La educación debe ser siempre el primer deber de los padres para prevenir situaciones indeseadas para sus hijos.
No hay duda de que el uso de ordenadores, tablets y dispositivos móviles ha aumentado entre los menores debido a la inclusión de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación). Pero hay que tener en cuenta que pese a que todas estas herramientas ofrecen multitud de beneficios, también extrañan riesgos importantes.
Por este motivo, el objetivo es conseguir que los niños utilicen la red de una manera educativa, divertida y sin riesgos.
Amenazas más graves
1. Contenido inapropiado
Es la exposición más común a la que se enfrentan todos los menores al navegar en Internet. Los contenidos inadecuados a los que tienen acceso pueden ser de diversa índole: violencia, sexo, drogas, sectas, asociaciones ilícitas e incluso algunos pueden poner en peligro sus vidas (páginas de anorexia y bulimia), así como las llamadas páginas de muerte, que incitan al suicidio a niños y adolescentes.
El acceso a estos contenidos aparece en forma de banners, pop ups, anuncios publicitarios, enlaces trucados, etc. En este sentido, discernir qué tipo de contenidos pueden ser perjudiciales e incluso peligrosos para los niños no es una tarea fácil.
Ellos mismos no son conscientes a veces de los riesgos que conlleva visitar una determinada página de contenido adulto y, por ello, padres y profesores han de estar alerta ante cualquier tipo de movimiento sospechoso.
2. Ciberacoso
Los dispositivos móviles se han convertido en una herramienta de bullying al facilitar las agresiones en múltiples plataformas de forma instantánea y con una mayor repercusión. Se realizan a través de redes sociales, mensajería instantánea, imágenes, vídeos, etc.
Hoy en día los jóvenes usan las redes sociales, mensajes de texto y el correo electrónico para charlar con sus amigos. Esto significa que el ciberacoso puede ocurrir muy fácilmente. Los mensajes crueles o fotografías poco favorecedoras pueden ser enviadas a todos en la escuela con tan solo apretar un botón. Y los chicos pueden seguir enviando mensajes humillantes desde casa, durante los fines de semana o incluso durante las vacaciones.
Cualquier mensaje hiriente o amenazante enviado a través de un medio electrónico es ciberacoso. Esto incluye la publicación de fotos o vídeos humillantes en sitios web públicos como Facebook o YouTube sin el consentimiento del interesado. También se consideran ciberacoso los perfiles o sitios web falsos que tienen por objetivo exponer la privacidad de alguien o invadirla de algún modo.
Las víctimas del ciberacoso sufren los mismos problemas que una persona acosada en la vida real, pero agravados por la falta de testigos y el anonimato del acosador.
3. Sexting
Hace referencia al envío de fotos o vídeos de carácter sexual a través del móvil. El peligro que supone tal actividad es el posible uso inadecuado de esa información, por lo que es necesario concienciar a los jóvenes del riesgo que supone.
Esta práctica puede causar graves daños psicológicos a los jóvenes que, en la mayoría de los casos, desconocen el destino final de sus fotografías íntimas.
Casi un 10% de los jóvenes de entre 10 y 16 años han recibido fotos cargadas de erotismo. Las intercambian por fanfarronería, por seducir o porque sus amigos se lo piden para generar morbo. El problema viene cuando el que las recibe decide difundirlas entre amigos o colgarlas en Internet.
Si la práctica es consentida, simplemente es una forma más de vivir la sexualidad. Pero en el caso de los menores de edad, puede derivar en situaciones desagradables para ellos, y corren riesgo de que se derive en una situación de ciberacoso.
4. Grooming
Esta práctica consiste en que un adulto engaña a los menores a través de las redes con el objetivo de conseguir fotos o vídeos sexuales para extorsionarles e incluso explotarles sexualmente.
Está muy relacionado con la pederastia y la pornografía infantil en Internet. De hecho el grooming es, en muchas ocasiones, la antesala de un abuso sexual.
El daño psicológico que sufren los niños y adolescentes atrapados en estas circunstancias es enorme.
Normalmente el grooming atraviesa tres fases:
- Contacto. El adulto acosador miente sobre su identidad y su edad para ganarse la confianza en un primer contacto con el niño o adolescente. Puede utilizar fotos y vídeos falsos.
- Acercamiento sexual. Tras las primeras conversaciones, en las que el acosador consigue la complicidad con el menor, comienza un proceso de acercamiento sexual o amoroso con el que persigue que le envíe imágenes de contenido erótico.
- Acoso o intento de contacto personal. El siguiente paso puede variar, dependiendo de las intenciones del acosador. Puede extorsionar al niño o adolescente para que le envíe más imágenes, amenazarle con difundir las que ya tiene, o tratar de convencerle para encontrarse en persona y recurrir a la violencia sexual.
5. Revelación de información
En ocasiones los niños revelan información personal ya sea de manera consciente, chateando con amigos, o de forma inconsciente, al ser víctimas de estafas online en forma de encuestas, concursos, etc. Es necesario advertirles de que datos como la dirección del domicilio o números de teléfono no hay que revelarlos por seguridad.
¿Cómo proteger a los menores?
Para proteger a los menores antes estos y otros peligros de la red, se recomienda:
- Los padres deben aprender a utilizar la misma tecnología que sus hijos. Cuando los padres desconocen los entornos en los que se mueven sus hijos se crea una gran distancia entre ambos que se traduce en falta de autoridad ante ellos porque son conscientes de que los adultos no tienen experiencia en ese ámbito.
- Permanecer cerca cuando estén conectados.
- Elaborar unas normas a la hora de acceder a Internet. Aunque son muy pequeños hay que poner unos límites. Por ejemplo:
- El tiempo máximo de uso de Internet.
- Hay que explicarles qué páginas pueden visitar y explicarles bien qué tipo de información personal no pueden revelar (como el nombre de su colegio, su agenda diaria, su domicilio, etc.)
- Hay que explicarles también qué tipo de juegos o aplicaciones pueden descargarse
- Explicarles bien los peligros que acechan y pedirles que acudan a sus padres antes cualquier situación.
- Utilizar contraseñas robustas (aquellas que contienen letras mayúsculas y minúsculas, signos de puntuación y caracteres alfanuméricos), diferentes en cada red social y que sean modificadas con cierta frecuencia para evitar posibles acciones de hacking.
- Tener la webcam siempre desconectada. Pocas familias son conscientes de los riesgos asociados a las webcams (ya vienen incluso integradas en tablets y ordenadores portátiles). Si un ordenador es hackeado, la cámara puede ser activada por control remoto aunque parezca que está apagado. Problema que aumenta cuando el dispositivo está en la habitación del menor por la posibilidad de grabarle en su intimidad, desnudo, etc.
- No aceptar a extraños como amigos. Aceptar a desconocidos en las redes sociales puede suponer un grave peligro para los menores, que no saben si en realidad detrás de los perfiles hay chavales de su edad o adultos con algún tipo de intención perniciosa.
- Disponer de un antivirus y un filtro que bloquee la publicidad.
- Instalar sistemas de control parental. Las redes sociales han arrasado en la última década. Hay una razón por la cual Facebook, Twitter e Instagram insisten en que sus usuarios deben tener al menos 14 años para registrarse: existe mucho contenido inapropiado en su interior. No obstante, a pesar de la restricción de edad, muchos menores mienten y se registran de todos modos, lo que significa que pueden estar accediendo a contenido no deseado y ser contactados por criminales.El modo más efectivo de prevenir estos problemas es simplemente bloquear el acceso a las redes sociales. A través de la utilización de un antivirus con control parental y bloqueo de paginas (o de aplicaciones en el caso del móvil) se podrá controlar el acceso a los ordenadores de los miembros de la familia.
- No enviar fotografías íntimas. Enviar por WhatsApp fotografías de contenido erótico es uno de los mayores peligros. El menor suele considerar que solo las verá aquellas persona que ha seleccionado, pero una vez enviada se pierde el control sobre la utilización de la misma, desembocando en situaciones altamente delicadas como chantaje o acoso.
- Cuidado con lo que se comparte. En la red todo es público, se tarda muy poco en subir una fotografía, pero toda una vida en intentar eliminarla de buscadores y entornos online.
Información facilitada por el Instituto Profesional de Estudios de la Salud.
La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.
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