Buscar este blog

jueves, 26 de mayo de 2016

Una mente ágil toda la vida

El cerebro es el gran tesoro del ser humano, un extraordinario producto de nuestra evolución, propiciada de una manera decisiva gracias a los distintos alimentos que nuestros antepasados fueron capaces de ir introduciendo en su dieta.
Está demostrado científicamente que el mayor consumo de proteínas y grasas resultó fundamental en el desarrollo cerebral de la especie humana.


Actualmente sabemos que ese cerebro excepcional requiere, de una manera continuada, oxígeno y energía. Por ello el aporte de glucosa como fuente de energía es imprescindible para el cerebro, pero su correcto y completo funcionamiento necesita de otros nutrientes, especialmente, de una buena dosis de proteínas.

Gracias al complejísimo metabolismo cerebral humano, en este noble órgano se fabrican infinidad de sustancias, algunas de ellas con propiedades tan sorprendentes como las endorfinas, que proporcionan las mejores sensaciones y estados de bienestar.

Los ingredientes de tu menú mental


Glucosa

Es el mejor combustible para el cerebro, al que podemos calificar de "ecológico", puesto que en su combustión no deja más residuo que agua y dióxido de carbono, que se elimina a través de los pulmones.
Asegurar una correcta dosis de glucosa para el cerebro a través de alimentos que contengan hidratos de carbono, especialmente alimentos ricos en almidón que provocan un paso gradual de glucosa a la sangre gracias a su proceso digestivo lento, es una medida dietética correctísima para el cerebro.

Pero el exceso de glucosa en la sangre, como ocurre en la diabetes, es perjudicial para el cerebro. Por ello se debe promocionar una vez más el aumento de alimentos ricos en hidratos de carbono de absorción lenta (legumbres, cereales, tubérculos y todo tipo de hortalizas) sobre los de absorción rápida.

Proteínas

Entre muchas de sus funciones está la de elaborar neurotransmisores. Estas sustancias son imprescindibles para la transmisión de los impulsos nerviosos y la captación a nivel cerebral, con sus más de mil millones de neuronas, de todos los estímulos externos. Dicho de una manera muy sencilla: se necesita proteína para estar conectados con el exterior y enterarnos de lo que ocurre en nuestro entorno y también en nuestro interior.

Una carencia de proteínas puede provocar graves alteraciones en el metabolismo cerebral e inducir estados alterados de conciencia.
Las proteínas están formadas por aminoácidos, algunos de ellos no los podemos elaborar en el organismo y se deben aportar con la dieta.

Serotonina

Un aminoácido de gran importancia cerebral es el triptófano porque permite la fabricación de una de las sustancias más importantes en la regulación de múltiples funciones cerebrales: la serotonina.
La serotonina es un neurotransmisor y un neuroregulador que tiene una influencia directa sobre el estado anímico (depresión, ansiedad), el sueño y las sensaciones de saciedad que produce la comida. 

Una deficiencia de triptófano condiciona una imposibilidad de fabricación de serotonina, y este aminoácido no se encuentra en las mismas proporciones en todos los alimentos.
Combinando alimentos que aportan hidratos de carbono complejos (cereales, patatas, legumbres) con alimentos ricos en triptófano se pueden elaborar menús equilibrados y muy saludables que favorecen la producción de serotonina.
Alimentos ricos en triptófano
  • Huevos
  • Jamón, carne de aves como el pavo.
  • Pescados azules.
  • Leche y lácteos.
Entre los alimentos vegetales destacan por su contenido en triptófano
  • Arroz, cebada, trigo, pan, pastas y la tapioca.
  • Legumbres como: guisantes, soja
  • Tubérculos como la patata.
  • Hortalizas como las coles y las calabazas
  • Los frutos secos.

Oxitocina

La hormona del bienestar y la salud, se comporta como hormona y como neurotransmisor que influye en determinadas áreas cerebrales.
Es un péptido de nueve aminoácidos: cisteína, tirosina, isoleucina, glutamina, asparragina, cisteína, prolina, leucina, glicina, y es imprescindible un buen aporte proteico de la dieta para poder elaborar oxitocina.

La oxitocina, además de tener importantes funciones sobre el organismo, como las de disminuir la tensión arterial, favorecer la absorción de nutrientes y el crecimiento estimulando la hormona de crecimiento (STH), tiene el importante papel a nivel cerebral de proporcionar estabilidad emocional, produciendo sensación de bienestar, tranquilidad y empatía. 
Favorecen la secreción de oxitocina las situaciones de placer como una buena compañía, una buena comida o las muestras de afecto, los masajes y las caricias.


De qué se alimentan tus neurotransmisores

Acetilcolina
Regula la memoria y la velocidad de aprendizaje.

Qué nutrientes necesita:

  • Colina: lecitina de soja, yema de huevo, legumbres, nueces, semillas de lino, pescado azul, setas, bróquil, ajo, bacalao.
  • Vitamina C: frutas y verduras crudas.
  • Vitamina B3: germen de trigo, frutos secos, legumbres patatas.
  • Vitamina B5: germen de trigo, frutos secos, setas, aguacates, pescado azul, boniatos, endivias.
Importancia de la colina
No se considera una vitamina, pero es un nutriente esencial en una dieta saludable. Resulta imprescindible para la fabricación de la acetilcolina y de la fosfatidilcolina (el fosfolípido principal de las membranas de las neuronas), así como para el desarrollo fetal, y es un factor de prevención de estados de ansiedad, que aumentan con niveles bajos de colina en la sangre, que al aumentar supone un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares y de demencias.

Dopamina y noradrenalina
La dopamina modula aspectos cognitivos, emocionales, procesos de aprendizaje y las sensaciones de recompensa.
La noradrenalina regula la respuesta de estrés, la atención, el estado de alerta y de ánimo.

Qué nutrientes necesita:


  • Fenilalanina: alimentos de origen animal, legumbres, frutos secos, cereales.
  • Hierro: carnes, pescados, huevos, legumbres.
  • Vitamina C: frutas y verduras crudas.
  • Vitamina B6: germen de trigo, frutos secos, legumbres, patatas, setas, aguacates, pescado azul, boniatos, endivias.
Óxido nítrico

Regulación del comportamiento y la memoria a largo plazo y de funciones metabólicas que regulan y disminuyen los procesos inflamatorios.

Qué nutrientes necesita:

  • Arginina: legumbres, frutos secos, semillas de lino, pescado azul, bacalao.

Glutamato
Neurotransmisor excitador que participa en funciones de aprendizaje y memoria. Su exceso provoca "excitotoxicidad" con destrucción de neuronas por consumo de glutamato monosódico como aditivo.

Qué nutrientes necesita:
El glutamato es una aminoácido no esencial abundante en los alimentos de sabor umami (término japonés que significa "sabroso"), uno de los cinco sabores básicos, junto con dulce, ácido, amargo y salado, que se encuentra en tomates, alga kombu, pescados, mariscos, carnes curadas, setas, verduras, té verde, leche materna.


Mª José Rosselló Borredá
Nutricionista

La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.

jueves, 19 de mayo de 2016

Huesos sanos, vida ágil

Alimentar a nuestro cuerpo físico no es tan solo para saciar la sensación de hambre. En nuestra cocina diaria fabricamos nuestra calidad de sangre. Una sangre ligeramente alcalina, limpia y sana, que nutrirá a todo nuestro organismo, proporcionándole los nutrientes necesarios para un óptimo funcionamiento.


Hoy en día en los países desarrollados se sufren multitud de problemas óseos, y uno de ellos es la desmineralización.

¿De qué forma nos desmineralizamos?

1) Consumiendo alimentos extremos
El consumo excesivo de grasas saturadas (carnes, embutidos, lácteos) y de estimulantes, alcohol, excesos de vinagres, azúcares, bebidas gaseosas y artificiales producen un pH ácido en nuestra sangre, lo que obliga a nuestro cuerpo a compensarlo rápidamente con reservas de minerales o decreciendo la calidad de huesos y dientes.
También se ven afectados nuestros sistemas nervioso e inmunitario.

2) Consumiendo exceso de crudos
Los crudos, sean frutas, verduras, etc... nos aportan muchas vitaminas y fibra, pero también su contenido en líquido es alto, diluyendo nuestros minerales si su consumo es excesivo.


3) Debilitando nuestros riñones
Los riñones juegan un papel primordial, ya que son los encargados en regular el delicado equilibrio entre sodio y potasio, así como regular la densidad y vitalidad de nuestros huesos.


4) Vida Moderna
Desde el aire que respiramos a la gran cantidad de máquinas eléctricas que utilizamos a diario, en nuestro trabajo y en nuestra casa, la falta de ejercicio, el estrés a todos los niveles y en general, la pérdida de contacto con la naturaleza.


5) Falta de conexión interior
El equilibrio entre el HACER y el SER, es algo fundamental. Si sobrevaloramos el HACER, tendremos que tomar sustancias (estimulantes, azúcares, cafés, bebidas gaseosas azucaradas, etc...) que nos estimulen a generar una energía que no tenemos.


Formas de remineralizarnos

Una alimentación con alimentos naturales biológicos basada en cereales integrales, proteínas de origen animal, verduras frescas, frutas de temporada, semillas, frutos secos, algas y condimentos naturales, nos proporcionarán cimientos sólidos para un energía vital duradera:
  • Las verduras del mar (algas); pequeñas cantidades serán suficientes, pero lo más importante es su consumo diario, en cada comida.
  • Usar una gran variedad de verduras verdes (brócoli, judías verdes, berros, borrajas, puerros, coles, etc...), en cocción ligera (2-3 minutos).
  • Integrar en las comidas semillas y frutos secos.
  • Utilizar sal marina al cocinar, no en crudo.
  • Utilizando condimentos naturales salados en pequeñas cantidades como: la salsa de soja, miso de buena calidad...
  • Consumiendo verduras biológicas, sin químicos, ni fertilizantes artificiales.
  • Aprendiendo a cocinar proteínas vegetales (legumbres, tofu, tempeh, seitan)
Las algas tienen un alto contenido en minerales, lo que las convierte en un alimento óptimo en casos de desmineralización.
Alga Nori
Son habituales en la dieta de países como China o Japón, y en los últimos años se han popularizado en Occidente, por lo que se es relativamente fácil encontrarlas envasadas en tiendas de alimentación.

Como cualquier verdura, permiten múltiples preparaciones: sopas, dulces, ensaladas, guarnición de otros platos...

Desde la antigüedad y en todo el mundo, los pueblos costeros han incorporado vegetales marino (algas) en sus dietas. Incluso las gentes que habitan lejos del mar han usado como alimento las verduras de lagos y ríos.
Laverbread
Hace más de dos mil años desde Corea se enviaban verduras marinas a la corte imperial de China, donde eran muy apreciadas por su poder medicinal. También existe constancia del uso de vegetales marinos en el noroeste de Europa. Los celtas y los vikingos mascaban alga dulce en sus viajes. El alga nori o "laver" ha sido popular desde los tiempo de Roma y la "laverbread" todavía se vende en mercados en Inglaterra.
Los japoneses, gracias a su larga y accidentada línea costera, son quienes más han desarrollado el potencial culinario de las algas.

Una de sus propiedades, es propiciar la expulsión de metales contaminantes, radioactivos y tóxicos.
Gracias a su alto contenido en minerales, las verduras del mar, son un alimento totalmente necesario en estos momentos para:
  1. Reforzar y remineralizar nuestra estructura ósea.
  2. Contrarrestar toda la polución que tenemos, debido al excesivo uso de aparatos eléctricos (ordenadores, teléfonos, móviles, microondas, cocinas eléctricas, etc...)
  3. Producir en la sangre un efecto alcalinizante.
  4. Depurar nuestro sistema circulatorio de los efectos ácidos de la dieta moderna.
  5. Disolver grasas, colesterol y depósitos de mucosidades que aparecen en el cuerpo, por un exceso de grasas saturadas y productos lácteos.
  6. Nutrir nuestro sistema nervioso y reforzarlo.
  7. Reforzar nuestro sistema inmunitario.
Tendríamos que consumirlas a diario en pequeñas proporciones, para poder beneficiarnos de sus propiedades.
No es necesario utilizar más de una o dos variedades en cada comida. La cantidad por persona y por comida puede ser de una o dos cucharadas.
Las algas son todavía un mundo desconocido en los países de Occidente, que poco a poco se va abriendo camino gracias a su fácil utilización e integración en cualquier cocina y tradición, así como por sus excelente cualidades para todos, desde los más pequeños hasta los más ancianos.


Montse Bradford
Experta en nutrición natural y energética
Galardonada con el Premio Verde 2008, por su trayectoria profesional a favor de la alimentación responsable y el desarrollo sostenible.


La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.

jueves, 12 de mayo de 2016

Piel, reflejo de nuestras emociones.

Solemos atribuir los trastornos de nuestra piel a una causa física, por lo que no dudamos en tratarlos mediante cremas o geles. 
Sin embargo, muchas veces el culpable es, en realidad, nuestro propio estado de ánimo o nuestras emociones. 

Insoportables picores que aparecen sin más, rojeces y erupciones que no sabemos a qué responden, granos que surgen cuando menos lo esperamos, inoportunes sudores... Ante estos problemas solemos buscar la solución en cremas y lociones, pensando que están provocados por sustancias nocivas o por el mal funcionamiento de alguno de nuestros órganos.

Sin embargo, son muchas las veces en que este tipo de productos poco pueden hacer por nosotros, puesto que esas reacciones cutáneas tienen un origen psicológico y son manifestaciones de nuestra ansiedad, miedos, estrés, tensiones... Ello implica que, hasta que no resolvamos esos trastornos o conflictos emocionales, no solucionaremos definitivamente el problema que aqueja a nuestra piel.


Una unión de toda la vida

Aunque muchas veces nos pase desapercibida, la relación entre emociones y piel es algo cotidiano y nos encontramos con múltiples muestras de ello a diario. Algunos ejemplos los tenemos en los nervios que sentimos ante un examen o una entrevista de trabajo que nos hacen sudar las manos, el piropo que puede hacer ruborizar a los más tímidos o las épocas de estrés intenso que pueden desembocar en la aparición de antiestéticos granos o en la caída de cabello.

A partir de estos hechos, se han realizado diversas investigaciones cuyos resultados han contribuido a demostrar la existencia de esta relación; una evidencia que se ha ido haciendo cada vez más fuerte, hasta que hace algunos años surgió la denominada psicodermatología, una rama de la dermatología que se ocupa de estudiar la interrelación entre los trastornos de la piel y los factores psicológicos y emocionales. El análisis de estos lazos invisibles puede contribuir, en gran medida, a solventar patologías que afectan seriamente la calidad de vida de millones de personas, como la dermatitis atópica, la alopecia areata o la psoriasis, entre otras muchas.

De hecho, se estima que casi la mitad de las consultas a un dermatólogo tienen un trastorno psicológico o psiquiátrico asociado, siendo el estrés uno de los más nocivos, puesto que es el responsable de entre un 30 y un 40% de las afecciones dermatológicas.
Aquellas personas que tienen dificultad para expresar sus emociones, eluden los problemas o mantienen una actitud pasiva en su relación con los otros son más susceptibles de que su malestar emocional acabe reflejándose en su piel.

Un caso extremo de esta relación lo constituiría un grupo de enfermedades psiquiátricas cuyas manifestaciones acaban repercutiendo en la piel, como son la tricotilomanía, un trastorno que se manifiesta con el arrancamiento compulsivo del pelo; la psoriasis ilusoria, en la que el paciente piensa que su cuerpo está infectado por parásitos y se rasca y araña continuamente la piel; o la dermatitis artefacta, que lleva a autolesionarse la piel.


Proceso fisiológico

Una de las cusas que explican la razón de esa estrecha relación en el hecho de que la piel, los nervios y el cerebro tienen el mismo origen ectodérmico, es decir, durante el desarrollo del feto salen de la misma capa de tejido embrionario, el ectodermo y, aunque durante la tercera semana de desarrollo del embrión se individualizan, esa unión queda impresa para siempre en la memoria biológica. 

Por otra parte, esta relación es posible gracias a la existencia de un sistema de comunicación permanente entre la piel y el cerebro a través de los neurotransmisores, los cuales permiten el intercambio de información entre las terminaciones nerviosas y las células cutáneas. 


Esto nos recuerda que el ser humano actúa como un todo complejo del que no se puede separar el cuerpo de la mente ni de las emociones. Así, un problema emocional o una situación de estrés provocan una serie de reacciones químicas y físicas a nivel interno (se nos acelera la respiración, nos sudan las manos, la cara se nos pone roja...), entre ellas, alteraciones hormonales y circulatorias y un desequilibrio del sistema inmunológico. Como consecuencia, dicho sistema deja de proteger la piel, ésta se debilita y es mucho más fácil que aparezcan eritemas, eccemas, dermatitis u otros problemas cutáneos.



Piel enferma
La relación entre enfermedad cutánea y emociones parece, por tanto, clara y lo cierto es que son varias las enfermedades que tienen su origen o cuyos síntomas pueden empeorar con un problema emocional o psicológico. Es el caso, por ejemplo, de determinadas reacciones alérgicas, prurito, urticaria o de la dermatitis atópica. 
Todas estas afecciones acostumbran a estar asociadas a trastornos de ansiedad y anímicos, y sus episodios más virulentos suelen coincidir con momentos estresantes. Hay incluso casos en los que la aparición del problema dermatológico se debe a una causa orgánica, pero luego se mantiene a pesar de que la causa inicial haya desaparecido.
Lo que sucede en estas situaciones es que el síntoma dermatológico ha servido para expresar un conflicto emocional.
La estrecha relación entre piel y mente es aún si cabe más evidente en casos de acné, alopecia areata, psoriasis o dishidrosis.

Acné
El acné es una enfermedad muy frecuente, que en muchos casos puede empeorar como consecuencia de factores estresantes. Así suele ocurrir, por ejemplo, con el acné tardío, que afecta a mujeres de entre 35 y 45 años y que responde a situaciones de cansancio y estrés.
La tensión nerviosa favorece la liberación de adrenalina y el exceso de esta hormona en la sangre actúa sobre las glándulas sebáceas haciendo que produzcan una mayor cantidad de sebo.


Alopecia areata
Esta dolencia afecta a 2 de cada 100 personas y consiste en la caída de cabello sólo en una parte del cuero cabelludo o de la barba. En su aparición están involucrados factores inmunológicos, hereditarios y psicológicos. Una prueba del papel determinante que tienen estos últimos es, por ejemplo, el hecho de que durante la Segunda Guerra Mundial se observara un incremento del número de casos de alopecia areata durante las semanas previas a la invasión de Europa.
En esta enfermedad, su vinculación con el ámbito emocional se ve subrayada por el hecho de que entre el 60 y el 80% de los casos están asociados también a alguna enfermedad psiquiátrica, principalmente, depresión, ansiedad generalizada y fobia social.


Dishidrosis
Se trata de una afección cutánea poco común que afecta principalmente a mujeres de entre 20 y 50 años y que se caracteriza por la aparición de pequeñas ampollas en las palmas de las manos, plantas de los pies y puntas de los dedos. Hasta hace unas décadas los dermatólogos pensaban erróneamente que el problema era provocado por la retención de sudor. 
Sin embargo, y pese a que la medicina no tiene una explicación concreta de cuál es el mecanismo exacto que desencadena la dishidrosis, ahora se sabe que su origen es emocional y que existe una estrecha relación con períodos de ansiedad o frustración.


Psoriasis
También en el caso de la psoriasis son varias las reacciones fisiológicas que evidencian la relación entre la piel y las emociones. Así, se ha comprobado que en situaciones de gran estrés emocional aumenta la liberación de la sustancia P, un neurotransmisor que interviene en los procesos inflamatorios, y que existe una mayor concentración de esta sustancia en las terminaciones nerviosas de aquellas zonas de la piel que presentan placas de psoriasis. Además, en momentos estresantes, las personas con psoriasis muestran una mayor alteración en la frecuencia cardíaca y la presión arterial, así como mayores niveles de adrenalina y noradrenalina que las personas que no padecen esa enfermedad.


De doble sentido
La relación que existe entre la piel y las emociones no es unidireccional, sino bien al contrario: la práctica totalidad de enfermedades dermatológicas que provocan una distorsión de la imagen corporal son susceptibles de producir algún tipo de trastorno psicológico o, en el peor de los casos, incluso una enfermedad psiquiátrica. La ansiedad y la depresión son dos de las consecuencias mentales más habituales.

Si tenemos en cuenta la cada vez mayor importancia que se da en nuestra sociedad al aspecto físico y el cuidado del cuerpo, así como el hecho de que la piel es la parte más extensa del mismo y la más visible, no es de extrañar que enfermedades como el acné, la psoriasis, la alopecia areata o la calvicie, que alteran la imagen corporal de la persona que la padece, provoquen en ésta sentimientos de imperfección, temor a ser rechazada por los demás, vergüenza... Lo que en conjunto acaba minando su seguridad y confianza, y dificultando las relaciones sociales y de pareja, así como las posibilidades laborales.

Todas estas circunstancias constituyen, a su vez, factores que con mucha frecuencia provocan estrés, lo que no hace más que empeorar el problema y contribuir a que éste continúe, iniciándose así un peligroso círculo vicioso.
Aunque nos hemos centrado en la parte negativa de la relación entre piel y cerebro, no podemos olvidar que también existe una vertiente positiva, que hace que nuestro bienestar emocional se plasme en una piel sana, sin problemas y con buen aspecto. No en vano, cuando nos encontramos a gusto con nosotros mismos, y estamos relajados y felices nuestra piel muestra el mejor de los aspectos.


Tratamiento múltiple
Para poder tratar de forma efectiva estas enfermedades dermatológicas, que tienen un importante componente psicológico y emocional, es necesario tener en cuenta varios frentes y plantarles cara de forma simultánea. 
Así, junto a un tratamiento que alivie los síntomas y molestias fisiológicas, se ha de seguir también una terapia que ayude al paciente a recuperar su estabilidad mental, ya sea enseñándole a controlar mejor sus estados de ansiedad y nerviosismo, dándole pautas para enfrentarse a los contratiempos o, cuando la raíz del problema tiene que ver con la interacción con los demás, a comunicarse mejor con ellos y establecer una relación más sana e igualitaria.

El problema radica en el recelo que muestran muchos pacientes cuando el dermatólogo, en su intento de ayudarle a superar su trastorno cutáneo, intenta indagar en sus problemas personales o les sugiere someterse a algún tipo de terapia psicológica o, más aún, acudir a un psiquiatra. 
Dado que, como hemos dicho, uno de los objetivos es reducir la ansiedad y el estrés, también es posible complementar el tratamiento farmacológico con otras terapias alternativas que faciliten la relajación como es la meditación, la hipnosis, los masajes, la fitoterapia, la acupuntura, el yoga...

Es importante, además, introducir ciertos cambios en nuestros hábitos como practicar ejercicio de forma regular, dormir las suficientes horas, llevar una dieta equilibrada y hacer un hueco en nuestras apretadas agendas para la diversión y el entretenimiento.


Información cedida por Santiveri
María Escalante


La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.

jueves, 5 de mayo de 2016

Papaya, la fruta multiusos

Mejora la digestión, refuerza las defensas contra la gripe, es un potente antioxidante y mantiene el vientre plano..., un prodigio de la naturaleza para mantener la salud que en los últimos años no para de incrementar su popularidad.


Las muchas virtudes de la papaya la han convertido en una gran aliada de nuestra salud: cuida el aparato digestivo, es inmunoestimulante, nos protege de los nocivos radicales libres y nos ayuda a estar delgados.
Además recientemente se ha descubierto que si se toma verde y fermentada sus beneficios se multiplican. En este artículo os desvelamos todos sus secretos.


Un árbol saludable

El árbol productor de la papaya, al que se conoce como papayo o mamón (Carica papaya), es una especie que mide entre 2 y 9 metros de altura. Su tronco es recto, frágil y muy esponjoso, pudiendo alcanzar en la parte más gruesa los 30 centímetros de diámetro. A diferencia de la mayoría de los árboles, el papayo no se ramifica, sino que muestra un tronco recto, y en su parte más alta crece un penacho de hojas palmeadas, muy parecidas a las de la higuera, bajo las cuales nacen y crecen sus frutos.

Otra de las peculiaridades características del papayo es vida reproductiva, ya que existen pies (árboles) que sólo desarrollan flores masculinas o flores femeninas, dando lugar a pies macho o hembra, pero también hay árboles en los cuales crecen al mismo tiempo flores masculinas y femeninas e, incluso, variedades que producen flores hermafroditas. 

Su origen no está muy claro; hay autores que lo ubican en Perú, y otros en Centroamérica. De todos modos, en la actualidad, este árbol crece en zonas tropicales e intertropicales de todo el mundo (América, Asia y África) e, incluso, en algunas zonas europeas.
Del papayo se aprovecha todo. Las semillas de sus frutos poseen principios activos que ayudan a estimular el sistema inmunitario y poseen actividad antiparasitaria. Algunos estudios apuntan a que podrían ejercer cierto efecto anticonceptivo en animales macho.

Los extractos de la raíz tienen actividad diurética y, en algunas medicinas populares, se emplea como anticonceptivo femenino combinado con otras plantas.

En cuanto a las hojas, el tronco y los frutos, son ricos en un látex que, al ser desecado, constituye lo que se denomina la papaína bruta, la cual está formada por una mezcla de enzimas proteolíticas. A pesar de que toda la planta es rica en este látex, lo mejor es extraerlo de los frutos cuando aún son verdes y tienen mayor concentración. 


Un fruto rico y nutritivo

La papaya es un fruto de forma ovalada, muy parecido a la pera, pero de mucho mayor tamaño. Puede pesar de 200 gramos a 8 kilos. Al madurar se vuelve amarilla y al cortarla se asemeja al melón, mostrando unas semillas negras y redondas, y una pulpa rojiza cuya textura recuerda al aguacate, pero con sabor entre melón y melocotón. A nivel nutricional, se trata de un fruto sabroso y poco calórico, especialmente rico en vitamina C, vitaminas del grupo B, carotenoides, glúcidos y sales minerales (potasio), pero sobre todo destaca por su riqueza en enzimas proteolíticas (papaína y quimopapaína, entre otras). 
La papaya se suele consumir en forma de macedonias, batidos, zumos, postres y dulces.

Facilita la digestión

La papaya ayuda a mejorar la digestibilidad de los alimentos ricos en grasas y en hidratos de carbono pero, sobre todo, de los alimentos ricos en proteínas gracias precisamente a su contenido en papaína y quimopapaína, dos enzimas proteolíticas. Estas dos  enzimas propician la fragmentación de las proteínas y facilitan la digestión, al mismo tiempo que ayudan a reducir las fermentaciones intestinales. 
Esta acción resulta especialmente útil para aquellas personas con tendencia a tener digestiones pesadas, sobre todo cuando se exceden con la comida. 
También puede ayudar mucho a quienes padecen afecciones digestivas como gastritis, colitis o estreñimiento. 
Como digestivo, la papaya combina a la perfección con la piña.

Fortalece las defensas 

Para defenderse de gripes y resfriados, nuestro sistema inmunitario utiliza células y moléculas que neutralizan o destruyen las sustancias y organismos extraños que los provocan. La papaya verde fermentada ha mostrado en varios estudios ser una excelente aliada de nuestro sistema inmunológico, porque favorece la activación de células defensivas como los macrófagos, linfocitos, y las células NK (células asesinas o natural killer). Además, potencia la producción de interferones, una moléculas inmunitarias que ayudan a combatir las infecciones.

A este efecto estimulante de nuestras defensas, debemos añadir que la pulpa de la papaya ha mostrado poseer un efecto bacteriostático frente a diversos microorganismos, siendo una ayuda añadida para combatir algunas infecciones.

Es un potente antioxidante

Enfermedades neurodegenerativas, cáncer, envejecimiento, enfermedades autoinmunes...
Se trata de un grupo de dolencias que se ven favorecidas por el estrés oxidativo que todo experimentamos de modo natural, pero que muchas veces aumenta al exponernos a agentes contaminantes como el sol, el estrés o una mala alimentación. 

En los últimos años se han publicado varios estudios en los que se ha observado que la papaya verde es una excelente arma contra los radicales libres, ya que potencia la actividad de la SOD (superóxido dismutasa), una de nuestras enzimas antioxidantes; ayuda a neutralizar uno de los radicales libres más peligrosos para nuestra salud, el radical hidroxilo, y contribuye a prevenir la oxidación de nuestros lípidos ayudando, entre otras cosas, a retrasar el envejecimiento.

Protege la piel

Gracias a su actividad bacteriostática y proteolítica, la papaya puede ser utilizada en forma de cataplasmas para ayudar a cicatrizar quemaduras y heridas. También es bastante extenso su uso en cremas y mascarillas caseras, pues favorece la eliminación de células muertas de nuestro rostro y proporciona una mayor luminosidad.

Mejor verde y fermentada

En los últimos años la papaya verde fermentada no ha parado de incrementar su popularidad. Suele comercializarse en forma de jarabe y es el resultado de fermentar el zumo obtenido de papayas que aún no han madurado, con lo que se consigue mejorar y potenciar las muchas virtudes de esta fruta. 

Al tratarse del zumo de los frutos más verdes, se garantiza una mayor concentración de los principios activos que nos interesan, es decir, sus componentes antioxidantes y sus enzimas proteolíticas (papaína y otras), principios activos que, a medida que la fruta madura, van desapareciendo. 
Además, el proceso de fermentación propicia la aparición de compuestos que ayudan a estimular la actividad del sistema inmune y a vitalizar nuestras defensas antioxidantes, protegiéndonos del estrés oxidativo y de sus consecuencias.


Información cedida por Santiveri
Guadalupe Jiménez


La información contenida en este artículo tiene una función meramente informativa. En todos los casos es preferible consultar con su terapeuta, médico, u otro profesional de la salud.

Translate