Hoy queremos aprovechar este espacio para ofreceros
el esclarecedor artículo que una de los integrantes de nuestro equipo realizó a
petición de la Asociación de enfermos de Crohn y colitis ulcerosa (A.C.C.U.),
sobre el uso de terapias naturales en enfermedades inflamatorias intestinales. Esperamos
que os resulte tan interesante como a nosotros:
Cuando desde A.C.C.U. me invitaron
a que os escribiese un artículo relacionado con las terapias naturales me sentí
muy afortunada al tiempo que me preguntaba qué contaros exactamente sobre las
mismas, finalmente he decidido aprovechar este espacio para daros un enfoque
general, explicándoos qué son realmente, y
a continuación centrarme en su utilidad en las E.I.I., que como sabéis
incluyen a la enfermedad de Crohn y la
colitis ulcerosa.
Actualmente existe una gran
confusión sobre qué son las terapias naturales, cuáles son sus usos y su nivel
de eficacia.
En buena parte esto se debe a la
falta de una formación reglada específica, si bien en algunas facultades como
las de biología, enfermería o medicina se empiezan a incluir asignaturas y
cursos de posgrado en los que se da a conocer algunas de estas terapias.
Siempre recomiendo cuando las personas se acercan a las terapias naturales que
se aseguren de que su terapeuta tiene una formación adecuada o la suficiente
experiencia como para ofrecerles la seguridad que merece el tratar asuntos tan
serios como los relacionados con la salud.
Una de las creencias más
falsamente extendidas es que lo natural es inocuo, y aunque es cierto que sus
efectos secundarios son menores que los de la mayoría de los fármacos es muy
importante conocerlos y acudir a un profesional que nos oriente sobre su uso adecuado, muy especialmente en caso de combinar los
productos naturales con tratamientos farmacológicos, como suele suceder en las
E.I.I.
A este respecto hemos de
reconocer la mejora de los fármacos empleados en las E.I.I., e indicar que
desde el naturismo se aporta un complemento, en muchos casos también necesario
y que puede ayudarnos a disminuir la medicación convencional, el número de
brotes, su intensidad…, pero también sus efectos colaterales: anemia, estrés,
cansancio…
Las terapias naturales son, como
su propio nombre indica, aquellas que emplean sustancias que se encuentran en
la naturaleza y que tradicionalmente se han empleado para mejorar el estado de
salud. Entre las más conocidas y reconocidas desde el ámbito científico están
la fitoterapia, basada en el uso de las plantas medicinales, y la dietoterapia,
que emplea la nutrición y suplementos
vitamínicos o minerales, se habla además de oligoterapia (si se emplean
sustancias eficaces a dosis bajas) y terapia ortomolecular (a dosis elevadas).
Existe cierta confusión entre
éstas y las denominadas terapias alternativas, que se definen, de manera muy
general, como “Aquellas que no se enseñan en las facultades de medicina” y
entre las que se incluye, por ejemplo, la homeopatía.
Otras de las características de
las terapias naturales son la búsqueda del origen de la patología (etiología) y
la importancia que se concede a la individualidad del paciente y sus síntomas. “No
existen enfermedades sino enfermos” es una las frases más repetidas por los
naturistas, y los enfermos de E.I.I, saben muy bien lo que se pretende decir,
ya que cada persona vive su enfermedad de manera diferente, con distintos modos
de manifestarse, evolucionar, distintas causas desencadenantes de las crisis,….
Todo esto es lo que hace que la
terapéutica naturista, según la O.M.S (Organización Mundial de la Salud), sea una herramienta eficaz para el tratamiento
de enfermedades crónicas. Esta misma organización desde hace algunos años ha
comenzado a reconocer y apoyar las terapias basadas en los cuidados
nutricionales y las plantas medicinales, que durante mucho tiempo fueron
ignoradas por la mayoría de organismos oficiales.
Llegados a este punto cabe
preguntarse qué pueden ofrecer las terapias naturales en las E.I.I., como indicábamos antes los
primero que se debe hacer es estudiar el conjunto de la sintomatología del
paciente, lo que nos permitirá individualizar su tratamiento. Es importante
también dar con el origen de esa sintomatología para poder tratarlo al mismo
tiempo y conseguir una mejora no sólo sintomática sino también funcional, lo
que supone trabajar a un nivel más profundo. Es habitual que desde que surge la
disfunción orgánica o endocrina, hasta que se manifiesta la enfermedad y sus
síntomas, pase un periodo prolongado de tiempo, incluso de años, y es por ello
que esta parte del tratamiento suele ser también prolongada.
Vayamos por partes, si nos
centramos en la etiología debemos analizar las causas del desequilibrio entre
moléculas pro-inflamatorias y anti-inflamatorias que se da en las E.I.I. La
inflamación es parte de la reacción defensiva del organismo y por tanto es
necesaria para librarnos de las bacterias patógenas. El problema radica en que
en las E.I.I. se ataca a bacterias inocuas que pueblan normalmente nuestro
intestino. Se calcula que el número de microorganismos que viven en él
intestino humano supera en 10 al número de células total de nuestro cuerpo y,
sorprendentemente, esas bacterias también nos aportan beneficios. Sus funciones
son principalmente la regulación del sistema inmune (inmunomoduladoras) e
impedir que bacterias dañinas proliferen, pero además mejoran la digestibilidad
de algunos nutrientes y nos aportan con su metabolismo algunas vitaminas muy importantes
para nuestro organismo.
El papel inmunomodulador nos
interesa especialmente, pues significa que de ellas depende, en parte, que se
forme un mayor número de sustancias pro-inflamatorias o anti-inflamatorias. La
teoría naturista que explicaría su desequilibrio, cada vez más apoyada por los
estudios científicos, es que se debe a un aumento de la permeabilidad
intestinal. Esa permeabilidad favorece el paso de algunos microorganismos desde
el intestino al interior, y allí son atacados por nuestras defensas
desencadenándose respuestas inflamatorias, que con el tiempo se cronifican. Esa
inflamación favorece a su vez que se modifique la población de microorganismos
intestinales, lo que puede dar lugar a gases, estreñimiento, diarreas,… o
favorecer diversas infecciones.
Imagen: Si las bacterias intestinales inocuas
atraviesan la pared intestinal pueden desencadenar reacciones inflamatorias que
terminen cronificándose.
Debemos también tener en cuenta que en el
intestino se alojan la mayoría de las células defensivas de nuestro organismo,
agrupadas en su mayoría en el llamado Tejido Linfoide Asociado a Mucosa (GALT,
según sus siglas en inglés) lo que nos da a entender su importancia para la
inmunidad.
Desde la terapéutica naturista se trata de abordar
el origen de la enfermedad mediante pautas dietéticas que disminuyen la
permeabilidad intestinal y suplementos nutricionales como la glutamina* o el
zinc* que poseen un destacado papel en la regeneración de la mucosa. Esto ayudará
a sellar el espacio entre las células intestinales y por tanto a reducir el
paso de las bacterias.
Por otro lado, para reestablecer
el equilibrio entre los microorganismos intestinales, se suele recurrir a
probióticos, como los lactobacilos y las bifidobacterias. Debemos saber que existe
gran variedad de lactobacilos y bifidobacterias, y que no todos son
beneficiosos. Existe muy poca información sobre algunos de los comercializados
o datos contradictorios, por lo que deberemos asesorarnos muy bien al respecto.
Otro frente sobre el que trabajar
es el de la inflamación crónica, que podemos abordar mediante suplementos naturales
como determinados tipos de flavonoides* vegetales, con omega 3* (un ácido graso que propicia el incremento de
las moléculas anti-inflamatorias) o evitando la presencia de sustancias
alérgenas en la dieta, como algunos de los aditivos de las comidas procesadas.
A partir de aquí se deberá atender a la individualidad sintomática de
cada paciente mediante una historia detallada. El uso, en dosis y tiempo adecuados,
de algunas plantas medicinales se ha mostrado eficaz para disminuir las
molestias digestivas de los pacientes: hinchazón, digestiones lentas, espasmos,
diarreas, estreñimiento crónico... o para regular el sistema inmune. Algunas de
estas plantas, convenientemente empleadas, han
demostrado ser tan eficaces con la sulfasalazina (fármaco anti-inflamatorio e inmunomodulador ) y
sin presentar efectos secundarios.
Imagen: Zingiber
officinale es una planta que se ha usado tradicionalmente para
mejorar las digestiones y que actualmente ha demostrado mediante estudios
científicos su eficacia.
No debemos tampoco olvidar la
importancia del desgaste psicológico que supone para muchos pacientes esta
enfermedad, u otros efectos asociados como estrés, fatiga, ansiedad, decaimiento,
o los riesgos de desnutrición.
Por desgracia no es infrecuente que, debido a las
molestias constantes del aparato digestivo y el miedo a que casi todo les caiga
mal, nos encontremos con personas que poco a poco van reduciendo el tipo y la
cantidad alimentos de su dieta. Esto debe evitarse desde un principio, pues
resulta fundamental mantener un estado nutricional y peso adecuados para
afrontar convenientemente nuestro día a día y evitar el cansancio.
En estos campos la fitoterapia y
la dietoterapia también pueden resultarnos de utilidad, se ha demostrado que
algunas plantas o complejos vitamínicos pueden incrementar el apetito,
aportarnos los nutrientes necesarios que disminuyan el riesgo de desnutrición o
ayudarnos a mejorar el estado anímico y disminuir la sensación de estrés. Todo
ello deberá de tenerse en cuenta en la consulta para ofrecer un tratamiento lo
más completo posible, que tenga en cuenta cada uno de los aspectos que afectan
al paciente.
Finalmente tan solo insistir en
la necesidad de combinar adecuadamente las terapias naturales con el
tratamiento convencional, para lograr así la máxima eficacia y mejora en la
calidad de vida de las personas afectadas por las E.I.I. Que realmente es lo
único que debe importarnos.
* Es conveniente emplear estos
suplementos bajo supervisión profesional.
Los consejos aquí indicados no sustituyen a la visita médica.
Por Deva Camino Monteserín.
Licenciada en Biología por la
Universidad de Oviedo.
Máster en Terapias Naturales y
Nutrición por la Universidad de Santiago de Compostela.
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